viernes, 28 de junio de 2019

Las tres Gracias franciscanas

Con motivo de la aparición del anterior artículo, "San Francisco", en Noticias de Vigo, me comunican los amigos Adolfo Lareo y Bernardino Crego una omisión por mi parte que consideran de bulto. En mi descargo debo alegar desconocimiento o tal vez que algún daño retinopático de la memoria haya opacado este recuerdo.

Para subsanar en lo posible dicha omisión mantengo conversación con Miguel Angel Pérez Valdivieso, párroco en ejercicio de la parroquia franciscana viguesa. Los datos aquí empleados están extraídos de sus palabras y alguna publicación añadida.

Aprovecho para mostrar mi agradecimiento.

En la iglesia franciscana se encuentra desde el año 1725 una talla de Jesús Nazareno, obra del escultor redondelano Antonio del Villar. Esta imagen irá despertando con el tiempo gran devoción, congregando multitudes, más allá del estricto perímetro parroquial, atrayendo devotos de todo Vigo y su contorna, con aires romeros.

Ante este Nazareno y desde el año 1917  todos los primeros viernes del mes de marzo se desarrolla la jornada de las tres gracias a la que acudían millares de fieles, instituyendo una tradición que en los mejores momentos de asistencia, según los mayores, enlazaba el Berbés con el Paseo de Alfonso hasta el Olivo.

Aún hoy en día los franciscanos custodian esta tradición con gran afluencia a los oficios en el interior del templo parroquial como parte del calendario litúrgico para la preparación del tiempo pascual.

Las obras de demolición muy apuradas del asilo de ancianos del Paseo de Alfonso constituye una bisagra en el tiempo que probablemente junto con las que se acometan en su día en la Panificadora echen el cierre histórico a un paisaje urbano y humano gestado desde finales del siglo XIX y todo el XX hasta nuestros días.

Fuera éste el momento de iniciar sin demora su reconstrucción-evocación antes de su completa desaparición.

En lo que hace a la presencia franciscana es muy anterior, multisecular, desde el siglo XVI, en torno al 1550 y de cierto será la que permanezca cuando haya concluído el proceso de transformación del que aún conocemos como Barrio del Cura.

viernes, 21 de junio de 2019

San Francisco

No me refiero a la inmensa urbe americana de la costa oeste de Estados Unidos sino a la parroquia viguesa del mismo nombre.

Voy a considerar al conjunto del denominado barrio del cura y al asilo de los desamparados como integrados en ella.

Asimismo, el Paseo de Alfonso y la Rúa de Santiago.

Y voy a hablar un poco de eso que llaman gentrificación.

Recuerdo el tiempo, allá por los años sesenta, en que la comunidad franciscana era manifiestamente visible entre el vecindario, empezando por el uso de su peculiar hábito talar con la capucha y cordón blanco y el uso de sandalias en lugar de zapatos, esto en cuanto aspecto exterior o indumentaria.

Estaban presentes también en las casas, mediante visitas a enfermos y moribundos, a quienes administraban los sacramentos, y bendecían los hogares en sus visitas. También se pasaba la Virgen en un altar cerrado con llave, de puertas de madera y un peto para limosnas. Permanecía unos días y así de casa en casa, donde además del óbolo, se le ponía o bien unas velas o mariposas en aceite.

La presencia de los franciscanos animó a los vecinos de la Rúa de Santiago en esos años a elaborar alfombras de flores por el Corpus. La noche previa no se dormía y pequeños y mayores componían serrín, tintes y flores, que daban como resultado unos diseños artísticos muy coloristas y acertados en un recorrido procesional breve y emotivo. En cualquier caso tuvieron corta celebración estas liturgias, por ello más memorables o cuando menos reseñables.

También de San Francisco salía la imaginería de la procesión de Jueves Santo y allí se guardaba. Esta procesión llamada de los pasos era la más vistosa y larga en Vigo, precisamente por el número, ornato y acompañamiento. Hay que añadir que el verdadero empuje residía en las cofradías integradas en gran número por gentes del mar y sus familias.

La parroquia de San Francisco, el mar y los marineros integraron siempre una unidad.

En cuanto al asilo retengo algunos recuerdos de evocación más bien triste de los tiempos en que era chiquillo. Pasaba con relativa frecuencia por vecindad por la calle de aquella llamada General Aranda, hoy Pi y Margall, y al camino, de los dormitorios, salían toses de pulmones fatigados por los años o la enfermedad, al tiempo que en algunos petos eran depositados cigarrillos o monedas, sobre todo en un peto de San Antonio.

Según de que hora se tratase las ventanas de esos dormitorios aparecían abiertas tras las rejas, ventilándose y las camas levantadas con sus mudas a los pies.

Llegado al asilo era el punto de despedida de los cortejos fúnebres de la vecindad, pues de aquella era costumbre que del domicilio del difunto partiera un acompañamiento, que presidía el cura, incluso cerraban al paso sus puertas los bares de la calle en señal de respeto.

Comentaba el otro día Carlos Meixide que en la Iglesia del Asilo se celebró a principios de los setenta la primera liturgia dominical en lengua gallega con carácter estable.

Después tendría continuadores en la Iglesia de las Trinitarias en la calle Ecuador y en la de los Apóstoles ,en Marqués de Valladares, de los Jesuitas.

Para finalizar, unas palabras, sobre eso que llaman gentrificación, en lo que tiene de despoblamiento, degradación y desarticulación de núcleos históricos mediante la sustitución por nuevas estructuras, relaciones y poblaciones, con la extinción de patrones culturales y de conducta.

Este proceso en la Parroquia de San Francisco tuvo uno de sus inicios en la Rúa de Santiago, Calexón Estreito,  Cachamuiña y aledaños, del cual sobrevive como documento inmueble el edificio de la Panificadora.

Ese momento de inicio de gentrificación nos remite a las alcaldías de Portanet y Ramilo, en que se empieza a presionar a los vecinos con la advertencia de que las viviendas estaban afectadas por los planes de ejecución del nuevo edificio del Concello. La Caja de Ahorros Municipal de Vigo colaboró haciendo clientes con la oferta de entrega de llaves en bloques en construcción del polígono de Coia.

Un día llegaron las máquinas, Ramilo puso la primera piedra y hasta hoy.

martes, 18 de junio de 2019

El cuento de la lechera, política ficción

Érase una vez... hace cuatro años una lechera se fue con su cántaro de promesas electorales al mercado de votos, por el camino iba echando las cuentas de la ganancia que habría de obtener y cómo la invertiría en los cuatro años siguientes.

Durante los cuatro años transcurridos, pensó, estoy aquí guardando la poltrona, calentándola amorosamente, empollando mi ambición, con los votos a plazo fijo a un interés variable de según como vayan las cosas.

Seguía pensando como su pequeño negocio podría ampliarse con una franquicia que deseaba franquiciados.

Como disponía de tiempo la cosa no podía fallar.

Era una operación sin aparente riesgo inversor y de rentabilidad asegurada. Era cosa de tentar a la persona adecuada, ofrecerle parte en el asunto y esperar.

La ambición y fantasía de nuestra lecherita no descansaban. Ya se impacientaba por la llegada del nuevo día en que partir al mercado de votos. El cántaro estaba nuevamente lleno de promesas que había ordeñado para la ocasión y además tenía nuevos amiguitos que le habrían de cosechar miles de nuevos sufragios.

Era sencillo, sólo era cosa de ponerse a sumar.

Cuando se puso en camino alguna distracción o mal cálculo le hizo tropezar o perder pie en unas ramitas y cantos rodados que alguien presuntamente había sacado del río para su infortunio.

Roto el cántaro de sus ambiciones incluso perdió buena parte de sus ganancias anteriores y su socio preferencial franquiciado se quedó con las mieles lejos de su boca.

Desde entonces la lecherita se encuentra haciendo un máster electoral para intentar entender como se fabrica una mayoría absoluta.

Si acaso la autocrítica para otro día.

Moraleja:  procura lo que deseas con afán y trabajo, desenpoltronándote, desincrustándote del sillón y pensando que siempre puede haber otro que valga al menos tanto como tú.

No le cierres el camino.

Te lo dice el fabulista con aprecio.

Por supuesto esto es política ficción y ocurrió, si ocurrió, en tiempo y lugar imaginarios, aunque en este apólogo le pongamos alguna alusión vagamente de proximidad histórica pero estamos hablando de arquetipos.

Y colorín, colorado... nos vemos en las postrimerías de los tiempos venideros que habrán de ser los primeros.

lunes, 17 de junio de 2019

Casa Toribio

Toribio llegó un buen día de comienzos de los años veinte a la ciudad de Vigo. Procedía de Sanzoles, pueblecito en la provincia de Zamora, donde con ilusión y rudo trabajo tentó la suerte.

Una de sus ocupaciones fue un coche de caballos, algo así como un taxi del momento, hasta que se estableció con una de las llamadas tascas o tabernas en las proximidades de la Porta do Sol, en la Travesía de la Aurora.

Ese lugar de paso y encuentro, allá por el año 27, se llamó Casa Toribio, la primera denominación de la Viuda, así hasta el año en que finaliza la guerra en el treinta y nueve.

A partir de esa fecha pasa a ser Casa Felipe, regentado por el yerno del anterior, la primera mudanza de piel, que no de entraña o sustancia, permanente en el devenir de las generaciones en el ceremonial del chiquiteo. Felipe fallece en el 56 del pasado siglo, pero continúa al frente doña Amparo, su viuda.

De ahí hasta el 75 y serán las gentes las que irán poniéndole a Casa Felipe la denominación popular de la Viuda.

Tras ese año se inicia una nuevo tiempo con la muerte de Franco y se renueva la clientela con jóvenes de instituto que empezamos el rito iniciático del chiquiteo a imitación de nuestros mayores. Es en ese tiempo en que Maruja y Fito, más la primera durante el día y el segundo a la noche, se ponen al timón de la ya consolidada taberna La Viuda.

Y así hasta el cierre en los noventa, en que las tardes de los sábados se quedaban atendiendo los hijos de Fito y Maruja, Fito ( hijo), Jaime y Miguel. Con ellos se cerró un ciclo, podríamos decir dinástico, de cuatro generaciones.

En los años de la por algunos llamada transición, difícil de encajar con precisión su principio y fin, La Viuda fue un pequeño santuario de sectores de la izquierda viguesa, aunque no de forma exclusiva ni excluyente. Lo testimoniaban sus paredes tapizadas con centenares de pegatinas políticas y de colectivos sociales. Todas ellas desaparecieron la noche del 23 de febrero de 1981.

Parecía que un tiempo de reacción empezaba.

De la Viuda recordamos aquella mesa artúrica de cantos y libaciones de alcoholes despeñándose de la jarras de vino condado.

También junto a sus cuadros el poema enmarcado del señor Puime, un canto a la fraternidad goliardesca, que finalizaba con un pareado que decía:" y cuando llega la bruma, como Vigo no hay ninguna".

Sean estas líneas en recuerdo y gratitud a todos aquellos como Toribio que, procedentes de Zamora o cualesquiera otras tierras, llegaron un día para quedarse a las orillas del Atlántico, engrandeciendo Vigo con su esfuerzo.

miércoles, 12 de junio de 2019

Pensiones de jubilación

Son muchas y multitudinarias las movilizaciones periódicas de los pensionistas reclamando como derecho una cuantía de jubilación digna y de cobertura universal.

Algunos piden una reforma constitucional que incluya un nuevo artículo cuya redacción blinde probablemente algún tipo de indexación que prevea la suficiencia de rentas en términos de poder adquisitivo de las pensiones y el carácter imprescriptible de su permanencia.

El caso es que el sistema de pensiones en vigor en el Estado español es el llamado contributivo y de reparto. Y paso a aclararlo. Lo de contributivo quiere decir que las pensiones públicas se pagan con las cotizaciones sociales de los salarios y de los empleadores y de reparto significa un vínculo de solidaridad intergeneracional en el que los trabajadores activos de cada momento pagan con sus cotizaciones el pasivo de las pensiones coetáneas.

En otros términos, el factor sostenibilidad de las pensiones presentes y futuras dependerá del saldo demográfico neto de la tasa de reposición, que hoy da como resultante una población longeva y envejecida, combinado con los valores de la tasa de empleo o si se prefiere de desempleo que en en este último supuesto son muy elevados.

De esta interactuación de factores adversos resultan unas pensiones amenazadas.

Retomando el punto de partida, el sistema de pensiones contributivo y de reparto hoy no puede garantizar unas pensiones públicas, universales y suficientes, sostenibles en el tiempo. Menos aún en cuanto a públicas y suficientes en un mercado fuertemente segmentado del lado del demandante de rentas salariales, que a la postre se resumen en dos categorías a su vez también muy estratificadas: insiders y outsiders.

Los primeros, en muchos casos,  antiguos empleados en el sector público de la economía. Los segundos, vidas laborales intermitentes, discontinuas, cortas, a las que el sistema actual ofrece, en el mejor de los casos, unas rentas mínimas no contributivas. Estas son algunas de la variables endógenas del modelo español.

Algunos sugieren mantener el sistema público sustituyendo la variable contributiva o de cotización por otra de exacción fiscal, esto es, financiación mediante impuestos,  bien de carácter general, por ejemplo impuestos indirectos, o bien impuestos más selectivos y progresivos o recargos fiscales, impuestos ad hoc, o alguna combinación de estos, cuando menos para los llamados programas focalizados de las no contributivas y otros parcialmente asimilados.

En mi opinión, lo único que puede cambiar la situación a futuro dentro del modelo vigente es revertir la tendencia de la tasa de reposición demográfica y una fuerte inyección de inversión (pública?) que genere la cuantía de empleo suficiente para equilibrar o compensar la ratio entre cotizantes y derechos pasivos.

Finalmente, todo esto queda en buena medida a expensas de la evolución mutifactorial de la variable exógena, que resumimos en la expresión "economía globalizada".

Es en esta economía abierta donde habrá que dilucidar la cuestión para intentar hallar la completud al planteamiento del problema.

sábado, 8 de junio de 2019

Luis Peñafiel, Chicho Serrador

Hace unas horas que saltó la noticia del deceso de Narciso Ibáñez Serrador. Para mi su figura va asociada a un tiempo dilatado, impreciso e incierto de transición de los estertores de mi infancia a los albores de una convulsa adolescencia.

En los momentos de las fantasías nocturnas, en medio de la noche amanecía la emoción fuerte del terror. Esto ocurría cuando la casa quedaba en silencio, aún no era la Casa Usher, ante un televisor en blanco y negro con el fundido del visionado de Historias para no dormir, donde se versionaban cuentos del terror universal, el terror es una emoción nada particular. Con alguna frecuencia, del maestro Edgar Allan Poe, pero no sólo.

Los guiones de estas producciones, mayormente sobre la base de originales de otros autores, tal vez alguno del propio guionista, los firmaba Luis Peñafiel, heterónimo de Ibáñez Serrador. Aparecía en los créditos de la emisión.

Habitualmente el propio Chicho, así le llamaban, hacía una presentación o introducción humorística y un tanto narcisista, se llamaba Narciso, en cada programa. La clave de ese humor, a mi entender, era la pretensión autocrítica, en dosis reducidas, y jugaba con algún anticipo macabro de lo que vendría a continuación, era algo así como lo que algunos llaman humor negro, un tanto naïf pero sin sus colores.

Da para pensar la asociación entre humor y terror, es un ovillo del que se puede tirar mucho hilo.

No obstante, desde mi perspectiva actual, aquellas muestras de humor tenían ribetes un tanto ingenuos así como algunos de los recursos de presentación, una puerta chirriante que se abre en la oscuridad, un alarido y un fuerte golpe con el que se cierra la puerta. Los caracteres de los créditos como desgarrándose, desangrándose, pespunteándose imaginariamente, expresión un tanto impropia, en un efecto caída.

Y claro, una música o mejor un tipo de canto que podía, en el clima adecuado de silencio y soledad de la noche, helarte la sangre.

Alguno de los títulos que recuerdo, La promesa, El muñeco, El regreso o El cuervo, este último, apelando al título del poema largo del mismo nombre, hacía una tentativa biográfica de la desdichada vida del autor del poema, el mismísimo E.A. Poe. Singular emisión esta, creo que fuera la segunda, por su carácter de homenaje a la figura del padre del terror literario moderno.

En aquellos años Poe era editado dentro de una colección de títulos editados por rtve, que lo popularizó, pues no hacía falta ir a la librería para comprarlo, ya que podía adquirirse en los quioscos y contaba con la promoción de su venta en la tele, como se decía antes, y como reclamo el sello rtve. Chicho Peñafiel también tuvo parte en este asunto. Por tanto mi homenaje es a Chicho Peñafiel, guionista, director de Historias para no dormir y divulgador del género de Terror.

Finalizo con una cita del Barril de Amontillado, que Poe creo que pone en boca de Fortunato, pues cito de memoria, "Nemo me impune lacessit", " Nadie me ofende impunemente". Pues es la venganza la rueda que mueve el Terror, pero la venganza del Tiempo. Todo lo demás es fenoménico, en jerga filosófica, o manifestación, más o menos traducido.