Me pareció que la reflexión más primaria pudiera resultar de la consideración del principio de representación política y de sus crisis, sobre todo o más bien de las crisis de sus actores privilegiados: los Partidos Políticos bien constituídos, entiéndase aquellos que operan multinivel ( municipios, diputaciones, parlamentos autonómicos, Cortes Generales, Parlamento Europeo).
Vamos al asunto, con un breve prolegómeno referido a la historia de los partidos. Allá por la revolución francesa nos fueron contando que se reunían clubes de opinión o de intereses de oficios, algunos llamados, jacobinos o girondinos o los que fueran, cuando se abrió el parlamento al llamado Tercer Estado ( léase Sieyé) , de ahí se dice también que por su ubicación algunos pasaron a denominarse izquierdas, otros derechas.
Pues bien, ya en marcha el siglo diecinueve aparecen los partidos llamados de notables por la derecha y por la izquierda se van abriendo paso los denominados partidos de masas, socialistas varios y también comunistas. Esto, descontado movimientos antipartido, los anarquistas.
Con el pasado siglo veinte los partidos políticos se van constitucionalizando como la expresión de la representación política de la soberanía nacional en las llamadas democracias parlamentarias y, mutatis mutandis, en eso estamos.
De todos los procesos electorales, las elecciones municipales son las más sui generis, aquellas más asequibles a la conformación de candidaturas al margen de los partidos que decíamos bien constituídos, quiero decir los que resultan usufructuarios preferentes de la constitucionalización.
Las razones son obvias, un espacio más próximo y limitado lo favorece desde numerosos ángulos. Otra cosa es que la legislación electoral local mitigue sus consecuencias y sobre todo la asimilación de la opinión del elector y su conjunto el electorado que percibe, subjetividad, que su voto vale menos depositado en la urna cuando no se hace a favor de los partidos.
Por último, quiero reseñar la opción más costosa en el sentido de menos automática, de promover una Agrupación Electoral, como alternativa jurídica y hasta sociológica a los partidos. Creo que algún antecedente hay en la ciudad de Vigo.
Con las líneas que preceden considero insinuar alguna pista a quienes me hicieron la distinción de preguntarme sobre estas cuestiones y a quienes no puedo dar hoy respuestas más claras.
Junto a los partidos pueden estar los movimientos sociales o bien los movimientos pueden articularse como actores de representación política. Veremos.