Así también, por La Viuda, muchas gentes de las barriadas viguesas y otras venidas de las variadas y multiformes geografías gallegas. Junto a trabajadores industriales, otros de la bohemia artística, destacadamente de las artes plásticas, señalando ahora a tres que fueron habituales y amigos de la casa, compartidos con la Taberna Eligio y en algún caso con El Bosque. Cito, Urbano Lugrís, Mario Granell y Xosé Lodeiro.
Fito Lareo siempre tuvo buen entendimiento del Arte, fue aficionado a la lectura y conversador muy entretenido. La Viuda y Eligio estaban en los bajos de El Pueblo Gallego y por allí paraban Castroviejo y Cunqueiro.
Volviendo sobre la plástica una pequeña pinacoteca expuesta en la Viuda atestiguó en su momento la querencia por este Arte. A la entrada a mano derecha un retrato de doña Amparo, obra de, dudo, si Xosé Guillermo o Antonio Palacios. Al fondo colgaban cuadros también de Tomé, Sucasas, Monroy, Eiravella, Mantecón, Lodeiro, entre otros. Por allí hacía su entrada al igual que en El Eligio el marchante alemán Manfred.
En la casa familiar de Couso, Cangas, unos penedos decorados con peixes de colores por Mario Granell. En esos tiempos el hijo menor de Fito y Maruja, Miguel, todavía adolescente, a la vuelta del artista y su esposa Oliva e hija, establece una entrañable relación con el pintor, manifestando inclinación por el dibujo y la pintura.
Hoy, transcurrida alguna década, Eva Lareo, alumna de Bellas Artes en Pontevedra cuelga su primera Exposición en la Galería Tangram de la ciudad del Lérez. Con estos antecedentes familiares y su formación en la Escuela pontevedresa podemos atrevernos con la afirmación de Arte en vena o como ella misma dice desde adentro, o personalísimamente " dentro de mi".