jueves, 16 de julio de 2020

Pensando en Loreléi

Es una noche inusualmente calurosa en la que resulta difícil conciliar algo de sueño profundo. 

Mi mente se muestra confusa, agitada, pero en algún momento la sensación térmica se invierte y alguna presencia leve, sutil en su intenso aroma vegetal, muy floral de fragancias diversas, algunas poco discernibles para mi olfato, se presentiza y a pesar de estar las ventanas abiertas una opresión de espacio clausurado se instala. 

El Vórtice vegetal porta tierra y agua, formando un chapapote o lameiro del que emergen unos vermes de fosforescencia verdosa. 

Esa argamasa sella ventanas y puertas dando lugar a viscosidades ululantes. 

De esta confusión surge perdedoramente salvífica, Loreléi, con sus cánticos aterradores y seductores, emisarios del dulce veneno de la locura, inoculado en las sinapsis de un cerebro excitado. 

Era un verano cálido y húmedo suspenso en unas dilatadas pupilas. 

Para siempre.