miércoles, 16 de julio de 2025

Carlos Leiro, Arturo Rosendo, De la Riojana a La Cantina.


Conocí a Carlos Leiro mediados los años setenta en la bodega La Riojana de los añorados Quico y Loli, era ella quien defendía el fuerte, en la rúa Ballesta en el corazón del Casco Vello vigués, acompañados por los cavis, pinchos de caviar ( alcriques), porrones y quintillos estrella, siempre bien fríos, que me bebía a morro. Las gentes, fuera invierno o verano, desparramadas polas encostas de Ballesta, Carral y aledaños, tan cerca Gamboa y el Grial de Pepe Ulloa, el Eusko de  Diego, la cervecería el Pasillo o el Baviera al fondo de las Galerías de Marqués de Valladares. 

 Las fuertes pendientes nos llevaban de rúa a ría, cogiendo el barco, algunos decían lancha, para Cangas. Siempre Cangas, nunca Moaña, la relación con Cangas era intensa. Por aquel tiempo en que conocí a Carlos Leiro trataba al anarquista Alejandro de Redondela ( Peixiño) y por supuesto a Arturo Rosendo, entre Santiago y Vigo, y al inefable Galín.

 Con Leiro hablamos de organizar un concierto con grupos como Clepsidra y otros en colaboración con la revista Tentativas que animaba Alejandro. En Tentativas publicaba Nemesio Expósito, alter ego de Antonio Palacios, quien también frecuentaba la Riojana, al igual que los hermanos Cuchús y Emilio Pimentel, Orje, Arturo Cores, Polo, Xosé Guillermo o el pintor de onirismos Segovia, por el que sentía predilección. Y por supuesto, el comodín de todas las tertulias y encuentros, amigo, mentor y editor Gonzalo Álvarez - Lago García - Teixeiro, Papi y el Americano, embajador de facto del Frente Sandinista en nuestra ciudad viguesa y cofundador destacado del COSAL ( Comité de Solidaridad con América Latina), entre otros muchos oficios.

 En esos tiempos de la transacción- traición, en el que ya algunos empezamos a sentirnos orillados,  viene a visitarme a Vigo Xaime Noguerol. Venía con un libro bajo el brazo, Extraños en el Escaparate, creo que editado por la Banda de Moebius, Madrid. Quedamos, en el Café Méndez Núñez, hablamos, le hice la distribución del libro en Vigo y nos emplazamos en Santiago, donde le conociera en una esmorga en Huertas, posteriormente nos citamos en Madrid con el Peixiño. Pocos años después volvimos a saludarnos en las proximidades de Balaídos, venía de gira como letrista de Miguel Ríos, no recuerdo si el Rock and Ríos o Rock de una Noche de Verano o así. En tiempos más recientes, pude leerle en colaboraciones en el periódico ourensano La Región. 

O tempo vai coma un foguete y pasada la pandemia fuimos Arturo Rosendo y el suscribiente en noche estival agosteña, al regreso de la finca de San Roque, a visitar a Leiro en la Cantina. Cantamos, bebimos, comimos, nos adentramos en los primeros compases de la madrugada, arrecendo a mar, néboas, cos do Vento Mareiro, y el recitado impetuoso, como las olas del mar bravío, de Carmeliña. 

Hoy no sé porque me salió al camino esta visita a La Cantina en Oia coas Cíes en esculca, á espreita de nós. Las atenciones de Carlos y el buen hacer de su compañera Begoña, con un pulpo excelente, hizo la noche mágica, intemporal, entre rumba y bolero, la mejor forma de embarcarse.

 Si, nos vemos en los bares, con querencia a la barra, G. Caligari. Carlos Leiro, músico, un Da Vinci, polifacético y polícromo amigo. Ocioso, reseñar sus méritos. 

Arturo Rosendo, el río que no cesa, de las orillas del Sena a la Foz del Lagares. 

Santé!! 

XUR O'PONTILLÓN.