sábado, 13 de junio de 2020

La banda sonora de nuestras luchas

Volvemos al instituto en el Santa Irene en Coia. Hablaremos del curso 1973-74. Pero sobre todo en esta ocasión descaradamente del alumnado politizado y por tanto estas líneas tendrán un enmarque histórico entre dos acontecimientos que influirán desde afuera, esto es, no producidos en el marco estatal español. 

Estos dos acontecimientos históricos son de signo contrario. Uno, de frustración, el otro de esperanza. Me refiero, en el primer caso, al golpe de estado de Augusto Pinochet en Chile, derrocando al Gobierno de Unidad Popular, presidido por el socialista Salvador Allende, el 27 de septiembre de 1973, por tanto cuando se iniciaba el curso. El segundo, esperanzador y jubiloso acontecimiento, fue la Revolución dos Cravos el 25 de Abril en Portugal, protagonizada por el Movimento das Forças Armadas (MFA) en conjunción con el pueblo portugués.

 En ese movimiento pendular reacción/revolución en dos escenarios hemisféricos diferentes se produce el abalar de la discusión ideológica en los cenáculos militantes, también en nuestro instituto, tan politizado e ideologizado. 

Pues bien, aquellos hechos tuvieron su banda sonora.

Amenizando los debates y la movilización, la militancia necesita himnos y nosotros los adoptábamos de allá donde se produjeran movimientos de masas, para denunciar o para animar. 

Así recuerdo las canciones del uruguayo Daniel Viglietti o de los chilenos Quilapayún o Víctor Jara. También a Joan Báez con el No nos moverán, ya adaptado al gallego o a Bibiano con el Vello can de Palleiro, al que acompañábamos en el estribillo, abaixo a dentadura, coreando el abaixo a dictadura, como así hicimos en un acto organizado en el Instituto del Calvario, probablemente promovido por los Comités de Ensino Medio, aunque lo considero celebrado ya en el curso 74-75.  En aquella ocasión Bibiano estuviera acompañado musicalmente por un jovencísimo Emilio Cao.

 Claro está, el Grandola Vila Morena de Xosé Afonso nos acompañó hasta hoy. 

Estos cantautores y canciones, así como algunas otras integrarían la banda sonora de aquellas jornadas si nuestras vidas fueran material fílmico. La música y el canto acompaña a las gentes en las alegrías y en la penas, en la vida y en la muerte. También en las luchas sociales y contra las dictaduras. Algunos cantos más corales y polifónicos, en otros la voz solista solidaria que anuncia y empuja con su soplo sobre las brasas, avivando el fuego de la rebelión. 

El recuerdo de estos sones lo compartimos estos días Manuel Forcadela, Fito Pérez y el que garabatea estas líneas. 

Vamos reconstruyendo el tiempo que nos destruye.