No obstante, será importante señalar la necesidad previa de alguna forma de convención o consenso sobre semántica ideológica, algo bastante arbitrario y problemático, que requiere de sustento en última instancia axiológico, algo así como un a priori o petición de principios.
Qué pasa cuándo un término soporta una sobrecarga, una saturación semántica, como ocurre actualmente con el término fascismo, cada vez más desustantivado, empleado en su derivado adjetival, fascista, un tapabocas expelido como insulto para cortar cualquier argumentación plausible?
En ese caso ocurre que si tomamos fascista como punto extremo en la derecha y lo hacemos mal, erróneamente, tendremos todas las alineaciones a su izquierda mal situadas, sesgadas y las explicaciones e interpretaciones viciadas, con las graves consecuencias de distorsión y deformación inhabilitantes para cualquier diagnóstico y pronóstico certero en Ciencia Política.
Y aquí llega el momento de retrotraer Ideología a Política, entendida esta como una Pragmática, además sujeta en las Democracias Liberales Competitivas al ceremonial del sufragio, de las votaciones en urna y lo que conllevan de propaganda y conteo.
Cuando los partidos de derechas ganan motejarles de fascistas ni explica ni arregla nada. En ese caso es la izquierda la que debe explicarse a sí misma el voto del multiestrato asalariado a la derecha. El intentar modificar el censo mediante un voto de sustitución cuando esto sea posible requiere de tiempo y muchas tensiones y probablemente violencias en espiral, con reacciones y contrarreaciones.
Una coda añadida, representado gráficamente, el juego de partidos como la unión-separación de conjuntos, el modelo lineal, sea horizontal, sea vertical, sobre una superficie plana y dura es ilusoria. Tal vez, la representada sobre una superficie elástica, mediante diagramas y álgebra de la teoría de conjuntos, con sus uniones, separaciones e intersecciones resultara un modelo más productivo.
Mientras tanto, la bota claveteada marca el paso.
XUR O'PONTILLÓN.