viernes, 13 de junio de 2025

La banalidad del mal

 Una conversación con mi querida prima Maricarmen Rivas al hilo de los graves y luctuosos hechos que no cesan en tierras de Palestina detona las breves reflexiones que a continuación pongo en algún orden de composición conexa. 

Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén pone en circulación la expresión banalización del mal. El contexto del texto es el desarrollo del proceso que tiene lugar en Jerusalén contra Adolf Eichmann por crímenes de guerra y contra el pueblo judío en base a su actuación, bajo las órdenes de Heydrich, en la logística del traslado, deportación y organización de los campos de concentración y exterminio que el Tercer Reich operó masivamente contra los judíos y las llamadas minorías estigmatizadas. 

Eichmann había sido secuestrado en Argentina, donde residía desde 1950, a comienzos de los sesenta, sacado clandestinamente por vía aérea a Israel para ser juzgado. Siendo finalmente ahorcado por sus crímenes. 

Durante los interrogatorios Eichmann no mostró arrepentimiento alguno y se presentó como un funcionario que cumplía escrupulosamente su tarea, alguien eficiente, no rehuyó el interrogatorio y por supuesto cumplía órdenes y se consideraba un buen alemán. Por lo demás,  como la mayoría de los jerarcas nazis y cabe suponer que una importante masa popular que les apoyo y encumbró. 

Cabe decir que el antisemitismo no fue un invento nazi ni algo exclusivamente alemán. De ningún modo.

Volvamos a la banalización del mal.

 Qué sentido o afectación puede tener la exposición minuciosa de hechos ante quien no niega pero tampoco siente culpa? Ante el reo, NINGUNA. Y ante terceros? El efecto más común que produce esa exposición detallada es el hartazgo y hasta la indeferencia, un efecto anestésico, sedante en el oyente, en el que todo se vuelve trivial, banal. Y esto en contexto oral, apenas se visualiza sino es por el poder sugeridor, evocador de la palabra, que no es poco.

 Las imágenes y más en tiempo real aplanan la conciencia, la avasalla, la aliena y en un mundo virtual la convierte en producto de consumo y punto. 

En la primera Guerra del Golfo contra el Irak de Sadam Hussein se dieron las imágenes en directo y por la mismísima CNN. La agresión como propaganda. La gente lo consumió como entretenimiento, un video juego, en el que gustosamente muchos hubieran participado anotándose bajas, muertos, puntos en el score. 

Se tiene señalado como novedad aberrante en las guerras del pasado siglo veinte el que fueran guerras ejecutadas industrialmente, en las que casi  sufrían y morían más civiles que combatientes. El concepto de Guerra Total en la que con la incorporación del arma aérea se machacaban ciudades y poblaciones enteras. A partir de ahí el éxodo selectivo de poblaciones para su exterminio a un paso. 

Y eso hace ahora mismo Israel con la población fijada en los territorios palestinos, con el agravante de que la muerte ahí es un medio, no un fin. El fin es forzar por hambre y muerte, por asedio, un abandono del territorio . Y van sucediéndose fotograma a fotograma un relato banal, poniendo el énfasis en el dolor que adormece, sin acertar a explicarse las causas de ese dolor y menos aún su tratamiento, que por añadidura no está en nuestras manos el curar. 

XUR O'PONTILLÓN.