sábado, 8 de junio de 2019

Luis Peñafiel, Chicho Serrador

Hace unas horas que saltó la noticia del deceso de Narciso Ibáñez Serrador. Para mi su figura va asociada a un tiempo dilatado, impreciso e incierto de transición de los estertores de mi infancia a los albores de una convulsa adolescencia.

En los momentos de las fantasías nocturnas, en medio de la noche amanecía la emoción fuerte del terror. Esto ocurría cuando la casa quedaba en silencio, aún no era la Casa Usher, ante un televisor en blanco y negro con el fundido del visionado de Historias para no dormir, donde se versionaban cuentos del terror universal, el terror es una emoción nada particular. Con alguna frecuencia, del maestro Edgar Allan Poe, pero no sólo.

Los guiones de estas producciones, mayormente sobre la base de originales de otros autores, tal vez alguno del propio guionista, los firmaba Luis Peñafiel, heterónimo de Ibáñez Serrador. Aparecía en los créditos de la emisión.

Habitualmente el propio Chicho, así le llamaban, hacía una presentación o introducción humorística y un tanto narcisista, se llamaba Narciso, en cada programa. La clave de ese humor, a mi entender, era la pretensión autocrítica, en dosis reducidas, y jugaba con algún anticipo macabro de lo que vendría a continuación, era algo así como lo que algunos llaman humor negro, un tanto naïf pero sin sus colores.

Da para pensar la asociación entre humor y terror, es un ovillo del que se puede tirar mucho hilo.

No obstante, desde mi perspectiva actual, aquellas muestras de humor tenían ribetes un tanto ingenuos así como algunos de los recursos de presentación, una puerta chirriante que se abre en la oscuridad, un alarido y un fuerte golpe con el que se cierra la puerta. Los caracteres de los créditos como desgarrándose, desangrándose, pespunteándose imaginariamente, expresión un tanto impropia, en un efecto caída.

Y claro, una música o mejor un tipo de canto que podía, en el clima adecuado de silencio y soledad de la noche, helarte la sangre.

Alguno de los títulos que recuerdo, La promesa, El muñeco, El regreso o El cuervo, este último, apelando al título del poema largo del mismo nombre, hacía una tentativa biográfica de la desdichada vida del autor del poema, el mismísimo E.A. Poe. Singular emisión esta, creo que fuera la segunda, por su carácter de homenaje a la figura del padre del terror literario moderno.

En aquellos años Poe era editado dentro de una colección de títulos editados por rtve, que lo popularizó, pues no hacía falta ir a la librería para comprarlo, ya que podía adquirirse en los quioscos y contaba con la promoción de su venta en la tele, como se decía antes, y como reclamo el sello rtve. Chicho Peñafiel también tuvo parte en este asunto. Por tanto mi homenaje es a Chicho Peñafiel, guionista, director de Historias para no dormir y divulgador del género de Terror.

Finalizo con una cita del Barril de Amontillado, que Poe creo que pone en boca de Fortunato, pues cito de memoria, "Nemo me impune lacessit", " Nadie me ofende impunemente". Pues es la venganza la rueda que mueve el Terror, pero la venganza del Tiempo. Todo lo demás es fenoménico, en jerga filosófica, o manifestación, más o menos traducido.