El trajín de los Tranvías, con su sonoridad tan característica, su estampa inolvidable ilustrando la cotidianeidad forman parte del archivo sonoro y visual de las vidas de aquellos que los conocimos en marcha, creando texturas nostálgicas imprescriptibles, empaquetadas en el cofre de la memoria. Extraerlos, diseccionarlos, describirlos en tarjetas, fichas técnicas, tarea estéril que no importa a quienes conocimos el Vigo del Tranvía.
Pero no todo ha de ser nostalgia, emoción para algunos desechable o cuando menos vituperable.
También tienen cabida asuntos más turbios y de esa turbidez emanan efluvios de sordidez de la alianza de política y negocio, de luchas intestinas entre las oligarquías locales, los Valcárcel ( Tranvías y Panificadora) y los Portanet, quienes detentaban la Alcaldía al amparo del poder político de las élites del desarrollismo franquista ( a la sombra de el Pardo, Camilo Alonso Vega...) El libro de Salvador Beloso no mete el cuchillo en la herida, es discreto en estas cuestiones, pero la herida aún supura para algunos de los escaso supervivientes de aquellos días o sus herederos. La empresa Tranvías Eléctricos de Vigo aún siga viva mercantil y empresarialmente con la explotación de algunos parkings en Vigo. Las instalaciones de la Panificadora, entre la Rúa de Santiago, Falperra y Cachamuiña son un buque de gran tonelaje varado frente a la bahía viguesa, inquiriéndonos e instando a que bajemos a sus bodegas y exhumemos sus reliquias al oreo público.
Otro dilema o debate acerca del supuesto progreso que representaba el autobús urbano frente al tranvia eléctrico, un debate para memos, desmentido por el hecho de la llegada de unos hermosos autobuses londinenses rojos de dos pisos, que desembarcaron en el puerto vigués, bien lo recordamos, que no llegaron a entrar en funcionamiento y que combinados con la preservación de algunas líneas de los Tranvías ( por ejemplo, la línea a Bayona, que en el verano disfrutaba con mi familia) hubiera sido la alternativa óptima al transporte unbano de Vigo por aquellos años. Algunas voces se alzaron, como casi siempre pocas, contra la tropelía (Leri, Estevez, con despacho en el Paseo de Alfonso) La empresa adjudicataria, VITRASA, ahí la tenemos todavía en el 2025. Me ahorro comentarios.
Salvador Beloso no muestra inquina ni resentimientos alrededor de aquellos acontecimientos, es una prosa amable que yo no voy a desvelar. Salvador sube al tranvía tranquilo, sabedor de que algún día habrá de ceder su asiento y marchar con el poniente de la ría viguesa a reposar en alguna furna de las isleñas custodias.
Leamos y meditemos con el estilo directo, llano, sin afectación ni pedantería, de las líneas del libro de Salvador Beloso, líneas que lo son al tiempo las del Tranvía, dynamis y "elan vital" del vigo de los ensanches y metropolitano que fue naciendo en la centuria pasada del veinte.
Pasen y lean.
XUR O'PONTILLÓN