Hay momentos en los que parece que el tiempo histórico entra como en hibernación, incluso pareciese congelarse, y otros en que entra en ebullición, el latido se acelera y entra en hiperritmia. El Tiempo, en su macabra danza, a veces baila vals, son, pasodoble o muiñeira, según su capricho. O desfila marcialmente con música y banda.
En las marchas fúnebres ( llamadas manifestaciones) pudimos ver juntos a socialistas ( François Miterrand), comunistas ( Georges Marchais), CGT ( Georges Seguy) y los grupos denominados de extrema izquierda francesa y española. Hasta ahí.
La derecha francesa miraba para otro lado. Y esperaba.
Mes de Noviembre, los Almacenes Lafayette adelantaban las Navidades, ya por entonces muy mercantilizadas, había encontrado un trabajo repartiendo publicidad de la campaña navideña. Quedábamos en un café, se formaban equipos con un responsable, nos trasladaban en coche a una barriada según el día y como no conocíamos nos entregaban unas tizas de colores y cual pulgarcitos íbamos dejando un rastro marcando con una flecha en el suelo por donde íbamos haciendo el reparto. Así los responsables de grupo nos hacían el seguimiento. Al finalizar la jornada nos recogían o bien regresábamos en metro.
Un atardecer como cualquier otro finalizo la jornada, al salir de la boca de metro una escalera de piedra muy empinada, en lo alto ante mis ojos un quiosco con quotidiens y hebdomaires expuestos, campeando entre ellos el vespertino France-Soir, a toda plana la noticia : " Franco est-il Mort".
Me encamino velozmente al Quartier Latin, a nuestras bases, por así decirlo. Apenas ya se podía dar un paso, tentativa inútil abrirse camino, gentes de todas partes, en abanico multicolor racial, acompañados de percusiones, movimientos de pies rítmicos, cuerpos enteros y voces coloreadas por las emociones despedían festivamente al hombre que había ensangrentado los campos y pagos de los pueblos hispanos, quien nunca conoció la paz, a pesar de su cacareada propaganda.
Aquel veinte de Noviembre de 1975 París era una fiesta ( Hemingway).
Y yo un pez más sumado al cardumen de aquella marea impetuosa, ebria, dionisíaca que celebraba y exorcizaba los demonios desatados cuarenta años atrás, cuando muchos no habíamos nacido. Otros si y las lágrimas nublaban su mirada y las dudas pendían sobre el porvenir, en el que se columbraba un franquismo sin Franco.
XUR O'PONTILLÓN.