miércoles, 8 de septiembre de 2021

Marilena Garabatos

Fue en el año 1974 que conocí a Marilena en Vigo, con tres años más que yo se encontraba estudiando en Santiago, mientras en mi caso los estudios transcurrían en el instituto. Eran años de militancia política, en nuestro caso trotsquista en la LCR. Fue en un piso de las Avenidas, cercano a la actual estación de ferrocarril en Guixar.

Transcurrieron los años, muchos años, más de cuatro décadas largas. A mi vuelta a Vigo en una de esas piruetas que el tiempo nos dispensa en que el transcurrir de los años parece contarse por días, tan fugazmente pasan, se produce el reencuentro inesperado con Marilena. Creo que fue en el año 2012, con ocasión de una autoconvocatoria de la militancia de los primeros setenta que empezamos a barajar nombres y salió el de Marilena. 

En aquella ocasión en la Casa del  Libro se presentó uno de Jaime Pastor sobre las izquierdas y la cuestión nacional en el Estado, acto seguido por una cena en un céntrico hotel de Vigo. En esa momento Marilena no pudo asistir, pero si lo haría en otro acto posterior en el Café de Catro a Catro, con un encuentro cena en O Roxo. 

Sea como fuere y con teléfonos de por medio, ya a través de las redes y muy señaladamente en Facebook, se hace regular el contacto con Marilena y sus clases virtuales de las literaturas hispanas, gallega y otras muy variadas. Antes de su jubilación impartiera la docencia de lengua y literatura española en un instituto del Baixo Miño, clases muy apreciadas por su elevada calidad pedagógica.

 De las virtuales intenté no perderme ninguna. En los últimos días noté su ausencia y me inquieté. Así me entero por su pareja Ovidio del deterioro de la salud de Marilena. A Ovidio pude conocerle en la presentación de una trilogía suya en Librouro, donde también en aquella ocasión pude saludar a Nuchi. De aquella noche guardo un ejemplar dedicado con primorosa caligrafía y emotivas palabras de su obra. Acto inolvidable. 

Esta mañana me cuenta que Marilena en su confusión teclea las letras en la portada del libro Platero y yo, cual si estuviera haciéndolo en el ordenador y seguramente para ella siga publicando. Y tal vez así sea.

 Dado que hemos militado del lado del optimismo histórico y nunca hemos abandonado una batalla, nada asegura que no podamos vencer en este trance y la podamos tener de veras nuevamente publicando y acompañando a los más cercanos y a quienes la queremos.

Y lo más importante, Marilena es afectuosa, generosa y valiente. Por eso permanecemos junto a ella y esperamos.