sábado, 16 de octubre de 2021

Marcela de Juan

En septiembre de 1976 se produce el deceso del Presidente de la República Popular China, Mao Tse-Tung, apenas diez meses después del fallecimiento del general Franco.

 Por esas fechas, al aire de una cierta permisividad gubernamental se posibilitó la presentación en Madrid de una Asociación de Amistad España-China, que no sería la única existente, ya que detrás de cada una de ellas se encontraba alguno de los llamados partidos maoístas, fundamentalmente PTE y ORT. Es en el cartel anunciador de tal acto que recibo noticia, muchos años después, de la existencia de Marcela de Juan, de la cual a ningún efecto tengo constancia de que fuera de ideología marxista o próxima.

En aquellos años una parte de la izquierda española e internacional se definía maoísta o prochina, crítica con lo que denominaban socialimperialismo de la URSS y el revisionismo de la era Jruschev, iniciado en el vigésimo congreso del PCUS celebrado en 1956, plasmado en el denominado informe secreto, no presenciado por las delegaciones internacionales invitadas y parcialmente revelado al conjunto de la sociedad soviética. Inscritos en esas coordenadas se desarrollan los antecedentes de esa fracción de la izquierda que mencionamos, un sector del escindido movimiento comunista internacional, el prochino.

 Ya con el tránsito de Mao se desata una lucha de poder alrededor del grupo de Shangai, denominado de los cuatro. 

Tras estos previos vamos a detenernos en la única mujer interviniente en el acto de presentación de la asociación que nos ocupa, Marcela de Juan. Anteponer a su nombre el bien ganado título de intérprete y traductora de la lengua China por una singular posición personal en la intersección de las dos culturas, española o tal vez convenga mejor decir hispana y china. Marcela de Juan, hija de mandarín de ocupación diplomático y madre belga de ascendencia española nació en Cuba en 1905. Antes de cumplir un año se trasladó a Madrid con su familia.

 Vivió entre China y España, lo que añadió a su estudio en los libros el sentimiento de la vivencia. En el pasado siglo, coetánea del sinólogo jesuita de Munguía, Carmelo Elorduy, ambos enseñoreando el paisaje despoblado de la traducción de la lengua China al español. 

En 1962 Marcela de Juan publica en Revista de Occidente Segunda Antología de la Poesía China, reeditada en 2007 por Alianza Editorial, con una excelente presentación de Antonio Segura Morís. El libro es un recorrido antologado milenario por la lírica china vertida al español que arranca en el 1766 a.C. hasta la República China en el pasado siglo, con algún poema de Mao incluido. Acompaña un anexo biográfico de los autores poetas antologados. Esta breve reseña del libro citado puede orientar a iniciarse en el extenso trabajo intelectual de traducción de Marcela de Juan, merecedora de más amplia exploración, que incluye este valioso recorrido por la poética china. 

Para finalizar, añadir en cuanto a traducción de la lengua china en Galicia lo que considero novedad, una escolma de 38 poemas del Clásico de Poesía China ( Shijing) vertidos al galego por María Aránzazu Luna Díaz, en un trabajo incubado en el útero sapiente de la Universidad de Vigo, en la Facultad de Filoloxía e Tradución, Grao en Ciencias da Linguaxe e Estudos Literarios. Trabajos como éste prestigian la Universidad de Vigo y merecen divulgación no sólo en el ámbito académico sino en el entorno social circundante, el variado ecosistema cultural Vigués y gallego. 

lunes, 4 de octubre de 2021

Alberto Rufo, músico y parlamentador

Quedamos donde estuviera O Novo Buraquiño, en Alfonso X el Sabio, aquel rey troveiro criado en tierras alaricanas donde aprendiera en el siglo XIII el galego portugués. En el corazón de As Travesas. Recordamos a Benjamín y O Buraco del Camiño da Seara, tan frecuentado en los sesenta y setenta por Rufo Pérez, Méndez Ferrín, Roberto Dopazo, entre otros profesores, y  algún alumnado del instituto Santa Irene, núcleo vertebrador del barrio desde finales de los cuarenta. 

El propósito de tal encuentro con Alberto Rufo, amigo y pariente, es recordar aquellos tiempos de As Travesas Big Band, protohistoria del jazz en nuestros vigos, que ensayaban en el bajo de la casa de Santi Mouriño, en la Pastora.

 Decir de Alberto Rufo su condición de músico al tiempo que hombre de buena conversación y numerosas inquietudes, en estos últimos tiempos también la expresión plástica con obra muy meritoria.  Pero en esta ocasión el disfrute de su conversa transcurrirá como río caudaloso multidisciplinar que se estrecha en el regato principal de sus vivencias musicales en torno a la  Big Band.

 La verdad es que esta columna se va volviendo angosta de más en ocasiones, requiriendo de apretar hechuras, domeñando tiempo y espacio en lo posible. Veamos, entrando al asunto por derecho.

 Travesas Big Band tiene al músico Luis Carro, fallecido, como alma del grupo y entre otros componentes a Santi Mouriño, Pedro González, Javier Jaso, Luis Lestallo y el propio Alberto Rufo, tal vez omita alguno, al tratarse de una Big, como su nombre indica. Fue sin duda pionera en eso del Jazz por los vigos allá por los primerísimos ochenta. Tal vez un antecedente pueda considerarse por calidad musical e improvisación el grupo Gandalf, nombre propuesto por Carlos Maño.

 Señala Rufo Pérez con aire tal vez autocrítico y referido As Travesas Big Band que debieron dar el paso de la improvisación a la composición. Al final de este encuentro también añade otra reflexión sobre la profesión, que se pudiera de algún modo ligar con la anterior afirmación, asegurando que el músico debe componer y hacer directos cuando pueda, sin menoscabo de actividades como la docencia o trabajos de estudio de grabación, pero priorizando.

 Más allá de su participación en grupos o encuentros musicales y ya con posterioridad a esos años 80-82 de As Travesas voy a implicarme un poco más. Había frente a la tienda de música Manrique Villanueva, en Velázquez Moreno, unas galerías comerciales. Con motivo de una exposición de fotografía de Federico Puigdevall fui a escuchar a Alberto Rufo y a Rubén Pérez en el acto de inauguración, ambas intervenciones musicales me confirmaron en la apreciación del alto valor musical de ambos músicos. En el caso de Alberto Rufo el instrumento que ejecutó en aquella ocasión fue la flauta travesera, ante la que me rendía entregado a la evocación de Ian Anderson de los Jethro Tull.

 Una última evocación jazzística en la conversación con Alberto, el pub Satchmo y su piano entre las calles Venezuela y Ecuador. También pioneros en los Vigos de los ochentayteros. Como siempre la  vida es ancha y las letras cortas, cuando menos las mías.