viernes, 29 de marzo de 2019

Travesía de la Aurora

Paralela al primer tramo de Príncipe arrancando de la Porta do Sol y desembocando en la calle Perú, perpendicular a Doctor Cadaval y López de Neira, se encuentra la Travesía de la Aurora.

La singularidad de esta calle y de sus próximas, en algún tiempo, fue el reunir algunos lugares emblemáticos del vino y tapeo , no todos en la mencionada Travesía.

Desaparecidos para siempre El Bosque, El Cotorro, La Viuda, El Petán y El Acuario. 

Remozados y resucitados, El Águila y en estos últimos días la Taberna de Eligio, ahora con el añadido desde1920, por lo tanto próxima a ser centenaria.

Entre estos lugares fluía una clientela más o menos común. Tal vez entre La Viuda y El Eligio fuera más intensa la comunidad de asistentes cotidianos, también los dos locales estaban adyacentes, por así decirlo, en el corazón de la pequeña travesía.

Entre esa clientela asidua, había como subcomunidades, tal vez la más caracterizada la de los pintores y escultores. En momentos diferentes, entre otros, Urbano Lugrís, Laxeiro, Mario Granell, Lodeiro, Tomé, Eiravella, Mantecón, Xosé Guillermo, Quesada, ocasionalmente Sucasas, Leiro, Llamazares, en una enumeración incompleta. También el marchante Manfred.

Otro colectivo de frecuentadores, más o menos estable, era la llamada gloriosa, a la que Eligio reservaba la primera mesa a la izquierda de la entrada del local. En ella se sentaban algunos como Eladio, José María Castroviejo,  el gran fabulador y poeta neotrovadoresco Alvaro Cunqueiro, Víctor Moro y así un elenco de personas más o menos notables de la ciudad en el momento que reseñamos, todavía comienzos de los setenta hasta finales de los ochenta, aproximadamente.

Más alla de estos citados y para no caer en un elitismo culturalista había otro tipo de clientela asidua muy caracterizada en ambientes de la ciudad, entre estos quiero destacar a Benito Morgade, que había adquirido la mitomanía del actor Humphrey Bogart, quien gozaba del aprecio de Eligio, éste a primeras horas de las noches lluviosas y tormentosas de invierno le servía una gran cunca de caldo y en ocasiones mejillones en escabeche. 


Benito, también conocido como Morgan, relataba algún acontecer o evocación cinematográfico de su alter personaje Bogart, preferentemente de la película Casablanca, acompañado de Ingrid Bergman en el film.

Seguimos el recorrido por la Travesía de la Aurora y sus aledaños, pues algunos hacíamos el vía crucis completo con todas sus estaciones, no olvidar que por aquellos años a los bares, tabernas o tascas se les denominaba capillas, al menos en la Rúa de Santiago.

Con paso más apurado nos adentramos en el Águila de aquellos años, tal vez el menos visitado, pero allí estaba; el más visitado por algunos de nosotros fue La Viuda, tanto que más que visitas en algún tiempo era parada y fonda, de interminables decires y cantares, disfrutando siempre del amical anfitrión Adolfo Lareo, Fito, para casi todos los amigos. 


Aparte de sus vinos y gastronomía, casi toda de productos del mar, santiaguiños como emblema de la casa, lo más peculiar era una clientela altamente politizada, siempre en la izquierda, por lo que la ocasión de participar en discusiones politicas era altamente frecuente. En mi opinión el lugar de debate político culto y popular más intenso y asiduo de todo Vigo.

Avanzando un poco más por esta corta Travesía, el Bar Petán, callos y empanadillas por bandera y el consiguiente vino de chiquiteo en taza de loza y quintillos estrella, entre los asiduos el doctor Ureña refunfuñando y  Rúa acompañándole.

Un pequeño trote de por medio y el Acuario, donde picotear la ensaladilla. 

Abandonando un poco la Travesía pero sin abandonar el circuito habitual en la zona, el Cotorro, con Manolo al frente, allí también mezcla de ambientes, pero tal vez el más rejuvenecido por aquellos años con chavalada de Instituto, entre los que me encontraba. Manolo, carácter jovial, para picar, toreras, aceitunas aliñadas, que a mi me encantaban, pan de millo, empanadillas de la cercana panadería Rufino y caramuxos.

Para finalizar este recorrido trotón mencionar el Bosque con un reservado de puerta batiente en el que improvisamos alguna reunión de urgencia de aquellas clandestinidades estudiantiles. Aquí quiero recordar a Carlos Prado, compañero de estudios en el Colegio Salesianos, pues su familia era la que regentaba el Bosque.

Y el último del recorrido entre los visitados, el Basket, incluído en la ruta de los que al mediodía eran frecuentados en compañía de Fito de la Viuda.

Para finalizar volvemos al Eligio, pues fue su reinaguración la que detonó la memoria para esta ocasión y lo hace de la mano de Leopoldo, Poldo, titular del Metropol, homónimo de otro de grandes resonancias musiqueras y bailongas de la familia de los Meixide, en rúa Progreso, de aquella con otro nombre innombrable. Leopoldo, hermano de otro grande de la hostelería viguesa nocturna de los ochenta, Toti, al que recordamos cariñosamente en el Cafeto, junto al restaurante Amarante de Fernando y Miro, en aquella callejuela ciega por el Roupeiro.

Y fue en compañía de Carlos Meixide que me acerqué a visitar nuevamente el Eligio y allí nos reencontramos con Jaime, el Capitán, al que conocí justamente en otra reinaguración del Eligio, esta cuando lo abrió Carlos, desdichadamente fallecido. Jaime estaba al frente de la cocina. Por allí nos vimos con Senén, Luis y Lola Vaamonde, Fernando Franco también apareció y esto sin necesidad de quedar, como en aquellos tiempos que recordamos, en que para verse sólo había que dejarse caer por los bares o tascas.

Para el año próximo, 1920, según parece, el primer centenario de Eligio. Por allí nos seguiremos viendo y bebiendo.

jueves, 28 de marzo de 2019

Celso Rivas Pérez. Reconquista de la memoria.

Son estas fechas en las que un año más la ciudad olívica celebra su fiesta civil, un hecho de armas en las que milicias populares, en algún caso guiadas por gentes de sotana o iglesia, en otras con el concurso opinable de gentes uniformadas, culminan la expulsión de tropas regulares francesas.

Por tanto, más bien una conmemoración cívico-militar con arraigo popular, aunque muy institucionalizada.

En torno a estos días se viene entregando la distinción honorífica de Vigués Distinguido.

Y en esta Re( Conquista) de la memoria traigo a evocación a Celso Rivas Pérez, nombrado vigués distinguido en el año 1994, al que se le dedicó espacio público en el viario o rueiro vigués en las proximidades de los astilleros Barreras, en los que durante muchos años trabajó como sanitario.

Su origen y primeros años de vida adulta lo sitúan entre Castreliños y el barrio de As Travesas. A partir de 1981 se instala en el barrio da Coutada, parroquia de Beade, y desde 1982 preside la asociación vecinal y el Centro Social, Cultural y Recreativo. Su mandato se extiende de 1982 a 1990. Durante este tiempo se consiguen objetivos dotacionales para Beade como un Instituto de secundaria, centro de salud y parque forestal, entre otros.

De especial significación para Beade es la puesta en marcha de la Fiesta de la Cereza.

Así en el verano de 1991 inicia su caminar la Asociación de Productores de Cereza de Galicia (APROCEGA), cuya finalidad principal será la recuperación de la producción del cerezo en su doble vertiente de fruto y forestal, así como el estudio sobre nuevas variantes de las que se pudieran obtener mayor y mejor rendimiento por su adaptación al clima y las condiciones del suelo gallego.

Con epicentro en Beade se promueve y alcanza el número superior a las cien mil plantaciones del árbol en el conjunto del territorio gallego. Beade siempre tuviera la cereza como producto de excelencia y estos esfuerzos dan en la Festa da Cereixa, hace años consolidada, y la publicación de un libro editado por la Xunta de Galicia sobre la materia.

Celso Rivas acabará siendo nombrado, al final de su mandato efectivo al frente de APROCEGA,  Presidente de Honra y galardonado con la Cereixa de Ouro.

Rescatar esta figura del olvido sirve para ejemplificar una Reconquista que tenga por esencia un Vigo asentado en las parroquías y barrios, en esta ocasión Beade, y un tanto alejada del boato institucional que puede hacer perder el sentido de lo que se celebra, el pulso vital de un pueblo, para acabar siendo una adulación recíproca entre instituciones y forma retributiva de favores más o menos clientelares.

No quiero pensar que esto pueda llegar a pasar algún día.

Disculpen la ironía y felices fiestas, por un Vigo reconquistado para las políticas sociales y la voz de los barrios y parroquias, un Vigo policéntrico y radial, de vecinos esforzados y vocacionales en el servicio comunitario, como lo fueron Celso Rivas Pérez y otros muchos.

sábado, 9 de marzo de 2019

ASCÓN, Solución...

Corría el año 1978, aún no teníamos Constitución, tampoco se celebraran las primeras elecciones municipales democráticas y en las calles de Vigo resonaba cada día la consigna ASCON, solución, Folga Xeral.

Un conflicto prolongado a lo largo de ocho meses, uno de los conflictos de mayor duración del mundo laboral gallego y español. Un conflicto que detonó con la llegada al astillero del empresario judeoargentino Slinin y sus modos de gestor autoritario.

ASCON tenía dos factorias en la Ría de Vigo, una en Ríos(Teis) y otra en Meira(Moaña). Se tenía por un astillero bien posicionado tecnológicamente y en cuanto a cartera de pedidos. No obstante el conflicto se enquistó y aún finalizada la huelga fue el principio de una larga agonía que alcanzaría hasta mediados de los ochenta con la liquidación del astillero.

En el comité de empresa en aquel año 78 tenía una destacada presencia la USO (Unión Sindical Obrera), sindicato de inspiración cristiana, algunos de cuyos miembros procedían de la JOC y la HOAC.

Entre los líderes de aquella huelga se encontraban el cura Benito Santos, Guillermo Fontán y Ricardo Castro Pereira, este último iría de candidato en el puesto número cuatro, creo recordar, al año siguiente en la lista de la Agrupación de Electores Galicia Ceive, de aquella me parece escrita con b, en las primeras elecciones democráticas municipales de 1979.

Aún lo recuerdo en la madrugada de la jornada de cierre de campaña junto a Leónides de Carlos, en la cafetería que había dentro de la lonja del Berbés. Allí estábamos amigablemente comentando como habían ido las cosas y los resultados que podíamos esperar.

Añadir también que a la descomposición de USO en Vigo bastantes de sus militantes fueron al sindicalismo nacionalista de la CSG (Confederación Sindical Galega) y después a la CXTG(Confederación Xeral de Traballadores Galegos).

El caso es que la lucha de los trabajadores de ASCON chocó ya de aquella con las incipientes estructuras burocráticas de CCOO y UGT, que ya entonces apuntaban maneras.

La explanada del Náutico, donde se encuentra la salida y llegada del tráfico de Ría, era el lugar de las asambleas abiertas de los trabajadores, donde se exponía y acordaba el plan de movilizaciones.

No se me olvida una manifestación que ascendiendo Colón salió al paso de otra convocada por CCOO, supuestamente de apoyo, que salía de la Plaza de Portugal, poco recorrido tuvo. Las posiciones de unos y otros estaban enfrentadas.

Haciendo memoria de estos hechos, entre otros, del movimiento obrero en Vigo algunos consideramos incompleta su historia sin nombrar la contribución de curas obreros como Benito Santos y otros y de corrientes o tendencias cristianas como USO o la HOAC citadas anteriormente.

Aún estamos a tiempo de reparar ciertas omisiones que puedan rellenar espacios en blanco de nuestra memoria histórica en los movimientos sociales. Se merecen un tributo de respeto, nuestro homenaje, y así completaremos el mapa de nuestros recuerdos y gratitudes.