Por tanto, más bien una conmemoración cívico-militar con arraigo popular, aunque muy institucionalizada.
En torno a estos días se viene entregando la distinción honorífica de Vigués Distinguido.
Y en esta Re( Conquista) de la memoria traigo a evocación a Celso Rivas Pérez, nombrado vigués distinguido en el año 1994, al que se le dedicó espacio público en el viario o rueiro vigués en las proximidades de los astilleros Barreras, en los que durante muchos años trabajó como sanitario.
Su origen y primeros años de vida adulta lo sitúan entre Castreliños y el barrio de As Travesas. A partir de 1981 se instala en el barrio da Coutada, parroquia de Beade, y desde 1982 preside la asociación vecinal y el Centro Social, Cultural y Recreativo. Su mandato se extiende de 1982 a 1990. Durante este tiempo se consiguen objetivos dotacionales para Beade como un Instituto de secundaria, centro de salud y parque forestal, entre otros.
De especial significación para Beade es la puesta en marcha de la Fiesta de la Cereza.
Así en el verano de 1991 inicia su caminar la Asociación de Productores de Cereza de Galicia (APROCEGA), cuya finalidad principal será la recuperación de la producción del cerezo en su doble vertiente de fruto y forestal, así como el estudio sobre nuevas variantes de las que se pudieran obtener mayor y mejor rendimiento por su adaptación al clima y las condiciones del suelo gallego.
Con epicentro en Beade se promueve y alcanza el número superior a las cien mil plantaciones del árbol en el conjunto del territorio gallego. Beade siempre tuviera la cereza como producto de excelencia y estos esfuerzos dan en la Festa da Cereixa, hace años consolidada, y la publicación de un libro editado por la Xunta de Galicia sobre la materia.
Celso Rivas acabará siendo nombrado, al final de su mandato efectivo al frente de APROCEGA, Presidente de Honra y galardonado con la Cereixa de Ouro.
Rescatar esta figura del olvido sirve para ejemplificar una Reconquista que tenga por esencia un Vigo asentado en las parroquías y barrios, en esta ocasión Beade, y un tanto alejada del boato institucional que puede hacer perder el sentido de lo que se celebra, el pulso vital de un pueblo, para acabar siendo una adulación recíproca entre instituciones y forma retributiva de favores más o menos clientelares.
No quiero pensar que esto pueda llegar a pasar algún día.
Disculpen la ironía y felices fiestas, por un Vigo reconquistado para las políticas sociales y la voz de los barrios y parroquias, un Vigo policéntrico y radial, de vecinos esforzados y vocacionales en el servicio comunitario, como lo fueron Celso Rivas Pérez y otros muchos.