sábado, 30 de enero de 2021

Adolfo Lareo, encuadre tricolor

Todos recordamos la taberna la Viuda no sólo como lugar de encuentro, entre otros de pintores, sino también como una breve pinacoteca, con cuadros de Guillermo Monroi, Tomé, Lodeiro, Antonio Palacios o Xosé Guillermo. 

En el acto de hoy, que no fue una despedida, nuestro amigo Adolfo Lareo quedó enmarcado e inmortalizado en cromática tricolor, que lucen en escueto arcoiris las banderas de la República española. El acto que reseñamos tuvo un desarrollo hondamente emotivo presidido por el espíritu fraternal que campea en la divisa de la Revolución francesa juntamente a los lemas de libertad e igualdad. 

La conducción del acto correspondió a Miguel Lareo, hermano de Fito, en nombre de la familia, y Celso López, presidente de la Asamblea Republicana de Vigo, quien leyó el artículo Casa Toribio, en el que se cuenta en cuatro generaciones, desde los años veinte, el transcurrir de la que llegamos a conocer como la Viuda, un retrato en movimiento de lo que fue nuestra ciudad a través de la biografía de una estirpe laboriosa en un siglo cumplido.

 A esto añadió Celso López su aderezo de vivencias concurrentes con lo relatado, sobre todo cuando a comienzos de los setenta empezamos a renovar la asistencia jóvenes estudiantes de bachillerato de los institutos vigueses. La Viuda fue puerto seguro para todos nosotros y lugar donde se armaron amistades y complicidades. 

Al frente Maruja, diurnamente, al solpor y noitiña Fito. A la entrada, mano derecha, éramos observados por el retrato de doña Amparo, según creo de la autoría de Xosé Gullermo. 

Hoy Fito comienza nuevos pasos en la compañía de todos hasta que el último de nosotros dé el último paso. Y eso nunca ocurrirá porque siempre vendrán otros. 

Salud y República, amigo, compañero y camarada. En las manos de Miguel Lareo, la tricolor alzada, la emoción también y hasta siempre. Nos volvemos a ver.

viernes, 15 de enero de 2021

Julio Alonso

Mi relación con Julio Alonso se inició de la mano del pasamento de mi tío abuelo y padrino, profesor de matemáticas en el instituto Santa Irene, Rufo Pérez, de quien Julio Alonso fue alumno. La persona de contacto que nos presentó fue el poeta Manuel Vidal Villaverde. 

Hablo de finales del 2011. Rufo Pérez falleció un mes de Santos del citado año. En el acto desarrollado,  en el paraninfo del Santa Irene cumplido un año para concelebrar la memoria del incombustible Rufo, su antiguo alumno y amigo Julio Alonso haría la propuesta ritual y necesaria, también de motu propio, ante el auditorio y sociedad viguesa de un espacio público dedicado al viejo profesor de matemáticas que le inmortalizase en la memoria de los vigueses. 

Desde su columna en Atlántico diario atizaba el brasero para que la propuesta no decayese. Asimismo me presentó a la periodista Ana Baena, redactora igualmente de Atlántico. Ambos y el periodista Fernando Franco en Faro de Vigo, juntamente con quien suscribe estas líneas, no perdimos folgos en cuanto al propósito arriba enunciado. 

Por supuesto con la colaboración de muchos amigos nuestros y de los que aún quedaban de Rufo Pérez, entre otros, el por entonces cronista de la ciudad de Vigo, lalo Vázquez Gil o el escritor Xosé Luis Méndez Ferrín. 

El objetivo se consiguio con un Paseo junto al río Lagares en un tramo que arranca del Pontillón. Julio Alonso puso la puntilla al objetivo alcanzado con un delicioso artículo en Atlántico, donde ejercía de columnista. 

En tiempo presente, Julio sigue ejerciente en el periodismo digital en www.vigoe.es como articulista de prestigio, fiel a la cita con sus lectores, cultivados a lo largo de una ejecutoria añosa. 

A modo de cierre de estas breves líneas añadir que tengo en las manos un ejemplar dedicado de su libro De vivos e de Mortos, colección de relatos breves en lengua gallega publicados por Ir Indo en el 2008.

 Dejo esta pausa y reanudo tan sabrosa lectura, amigos.

jueves, 14 de enero de 2021

Marisa Pires

Allá por el 2005, Puerto Cabras o Puerto del Rosario, isla de Fuerteventura, frente al polideportivo Oasis, cercana la Plaza de los Demócratas, desterrados y confinados políticos del llamado contubernio de Múnich en los sesenta. 

Me asomo al Boca a Boca, lugar de tapas y bebidas, entro, el local en un lateral una foto panorámica enmarcada de Vigo. Ahí, en ese justo momento, me encuentro por primera vez con Marisa Pires, destaca su belleza y jovialidad, su entusiasmo por la vida. 

Más adelante, las cosas se irían cociendo al ritmo sosegado de la isla tranquila, aunque sin pausa. Sería una eficaz colaboradora en las actividades de la Asociación Cultural Alexandre Bóveda Fuerteventura. 

No olvido el momento en que portó el estandarte de la Asociación en Vega del Río Palma, concello de Betancuria, a la entrada de la capilla donde se honra a la patrona de la isla, la Virgen de la Peña. 

También en esa ocasión, Joaquín Gayoso, elaborando el pulpo á feira con esmero y simpatía. 

Otra gran aportación de Marisa Pires fue su asistencia al programa de radio Triskel, que este cronista dirigía y presentaba. Su voz poderosa y bien entonada de mezzosoprano de igual manera recitaba muy bien dramatizada a nuestra poetisa epónima Rosalía de Castro, que ponía en canto con dotes de improvisación lo que se terciara al caso. 

Tras años de fatigas y alegrías isleñas nos reencontramos en tierra viguesa y gallega para dar continuidad a nuestras vidas y añoranzas de la Maxorata. Inolvidable también por aquellas tierras abrasadas de anhelos su hija Carolina, complemento filial de Marisa. 

El tiempo que todo lo distancia, también todo lo aproxima en los meandros de la memoria.