lunes, 1 de enero de 2024

La Guinda74

Vengo de la chocolatería y churrería Que Churros, aquí en la calle del Carmen, frente al Hostal del mismo nombre, estos otrora campos o veigas del Carmen, predios cercanos al arcano de mi ascendencia materna en Castreliños. 

Para mi cruzar la Gran Vía es cruzar el Mississipipi o algo así, un parteaguas que me transporta a las capas freáticas del caudaloso río Lagares, caudaloso en recuerdos de paseatas por sus riberas y aledaños en compañía de mis perras Kimba y Pitusa, bautizadas por mi hermana, allá finales de los setenta. 

Y decía que vengo del Que Churros de cumplir el precepto anual de comulgar con chocolate y churros en el alborear del Año Nuevo, tan nuevo y viejo como todos los otros, los que fueron y los que vendrán, si llegan. 

Y es así que mi imaginación o memoría fabulista y fabulada o ideada me transporta a mi primer chocolate con churros de madrugada, 1974, aquellas navidades tan familiares, escapado por la puerta trasera de nuestra casa, casa de dos puertas mala es de guardar. Y me encuentro callejeando por Pobladores, La Barroca, San Julián o San Vicente hacia la calle Real y al punto exacto donde se encontraba la Guinda, también llamada La Lechería. Madrugada, en esas horas a puerta cerrada, había que llamar, lo hice y permitieron mi entrada sin remilgos a un interior bullicioso. 

Ahora para dar más noticia del local me veo obligado a dejar pasar un par de años, finales del 76, nuevamente callejeando por empinadas calles que ascienden o descienden del mar no infrecuentemente vestidas con ropajes a jirones de humedades neblinosas. Vuelvo a la Guinda ya con un trato más familiar y diurno. La señora América comenta que en su Ferrol natal su familia fuera vecina cercana de los Franco, antes que Franquito fuera todo un generalísimo,  América comentaba de la impronta de la Marina de Guerra, la Armada, en la llamada ciudad departamental. Un ambiente de mar que relata muy diferentes al de Vigo, gentes de la pesca, que calles arriba del Berbes ponen la nota salobre en el ambiente. Pero la señora América prefería hablar de su Ferrol. 

Entre guindas maaceradas y conservadas en licor en grandes frascos de cristal y chocolates a la taza con acompañamiento de una jarrita de leche fría o templada para ir aclarando el chocolate espeso, iban empezando a transcurrir las jornadas de alcoholes y chocolates de mi vida. 

Porque hay que reconocer que un licor de guindas marida muy bien con un chocolate caliente. A ver si alguien se anima y recupera la añeja fórmula de la Guinda. Buen año 2024.