miércoles, 26 de enero de 2022

Adolfo Lareo, Aniversario

Se cumplirá un año finalizando el presente mes de enero que nos reunimos un grupo de amigos y familiares en el Vigo Memorial para rendirle culto de lealtad que no despedida al entrañable Fito de La Viuda, aquel espacio de encuentro, beber y cantar, de tantos años en la Travesía de la Aurora, afluente de la calle del Príncipe. En el Vigo Memorial en un acto sencillo, que condujo Miguel Lareo, hermano de Fito, con el féretro cubierto por la tricolor de la segunda República, ofició Celso López, quien preside Asamblea Republicana de Vigo, con la lectura de Casa Toribio y breves y emotivas palabras que construían la efigie póstuma de quien allí subía a la barca de Caronte.

 Hoy Fito Lareo es para sus amigos memoria viva de tan gratos momentos, buen conversador y de ánimo alegre, siempre muy cercano y obsequioso. En fechas de tan reciente celebración como las navideñas tenía por costumbre repartir entre la clientela habitual el día de nochebuena unos farias y algunos cigarros puros habanos. Ya hacia la noche con cierre más temprano del acostumbrado de la Viuda unas rondas de invitación entre amigos que eran casi una despedida del año. 

Junto a Fito, inolvidable Maruja, su mujer, quien de veras nos aguantaba durante todo el año al pie del cañón del negocio, como antes lo hiciera doña Amparo, madre de Fito. Estoy hablando de los setenta, ochenta y comienzos de los noventa. Secundando a Maruja, Concha de Teis, ayudando, sobre todo al mediodía. Aquella sabrosa tortilla de patata acompañaba muy bien la chiquita y el quintillo. Eran los tiempos en que no hacía falta quedar, te pasabas por la Viuda y te encontrabas a la gente, al mediodía, al atardecer, a la noche. En los últimos años, ya los noventa, las tardes del sábado atendían, por turno rotatorio, sus hijos Fito, Jaime y Miguel, quienes también hacían buena compañía.

 A Fito y Maruja recuerdo visitarlos en Couso, en la Ría de Aldán, mirando a Punta Udra, por allí también en ocasiones el siquiatra ferrolano Juanjo con motivo de sus inmersiones de pesca submarina. Entre las ocupaciones de Fito en Couso los paseos distendidos en compañía de su perra labrador Gala, de carácter muy apacible, nunca la oí ladrar, siempre muy atenta a nuestros movimientos. 

De los últimos años guardo memoria de las veces que fuimos quedando para ir a comer, pasear y recordar, era frecuente irnos a Canido o dirección Nigrán, en compañía, cuando nos visitaba, de Gonzalo Álvarez, Papi. También hacíamos parada y fonda en la bella villa de Bouzas o nos acercábamos al Timón en Montero Ríos y luego dar una vuelta por las inmediaciones del náutico vigués.

 Fito Lareo nos fue convocando en los últimos tiempos a un grupo de añosos amigos, Arturo, Carlos, Fernando, Chicho, Pascual, Senén y otros en torno a la mesa de convivio fraterno evocadora de aquella otra redonda, centro de La Viuda, de preñez simbólica.

 En el lenguaje de símbolos y fratrías viguesas está inscrita la familia Lareo Martínez. Hubo tiempos de los que se puede afirmar que todos los vigos llevaban a la Viuda. 

Para finalizar, quiero hacer mención expresa de Pepe Lodeiro, Urbano y Teresa, Mario Granell y Oliva, Fito Domínguez de A Roda, Susana, amiga de Maruja y la familia Vaamonde Polo.

 Con tanta memoria que nos legó, nuestro amigo permanece vivo y así nos vamos nombrando hasta el reencuentro.