Acaban de ser convocadas elecciones autonómicas por el Presidente Feijóo para el 25 de Septiembre. Más allá de un balance de la legislatura que concluye, vamos a intentar algún comentario al hecho de la propia convocatoria.
Primero, la coincidencia con las autonómicas vascas, lo cual evita cualquier interferencia de los resultados de estas en las gallegas, afirmando así la soberanía de los gallegos en su pronunciamiento electoral.
Segundo, sustraer del contexto de incertidumbre de unas eventuales terceras legislativas generales, por improbable que esto resulte o de sus preliminares, las elecciones gallegas.
Por tanto, en base a estos dos considerandos parece acertada la decisión de convocar sin dilación.
Asimismo, la tarea de legislar podría darse por agotada por la cercanía a expirar de la legislatura.
A mayores, la fecha es la adecuada por coincidir su celebración con el momento de puesta en marcha del nuevo ciclo presupuestario o discusión y aprobación de la Ley de Presupuestos para 2017.
Otra perspectiva desde la que evaluar esta decisión es la que nos ofrece el estado de los otros contendientes.
Al respecto, hay que enfatizar que frente a la opción Feijóo se presenta una izquierda acéfala e invertebrada y una incógnita naranja.
En el sector zurdo la división por no decir atomización parece insuperable en tan corto espacio de tiempo, además sólo PSOE y BNG en este momento proclamaron sus candidatos.
El resto anda en el rebusque, también la incógnita naranja. Ello, sin duda, refuerza el perfil nítido y destacado de quien goza del privilegio de convocante.
En otros términos, la convocatoria coje con el paso cambiado a los emergentes que intentan la alternativa y supone un indudable estrés para estos que pueden llegar sin resuello a las urnas.
Este ambiente emergente es lo más parecido al nerviosismo frenético del hormiguero.
De ahí se infiere una nueva oportunidad a una tercera mayoría de Feijóo. Veremos y comentaremos.