Europa, subcontinente euroasiático, limita al oeste con el océano Atlántico. Esta afirmación simple y conocida de todos es algo más. Un aserto que, extraído de la geografía física, devenido axioma de Ciencia Política por mor de la Geopolítica, sirve de mimbre a algún teorema consistente de constricción o límite a las relaciones interestatales o supraestatales interiores a la UE, en orden a su proyección al otro límite, el oriental. En dicho flanco del subcontinente, un macroestado plenamente euroasiático, Rusia, y de proyección global, con salida a aguas europeas y al océano Pacífico. En la actual geometría restringida de la UE, un eje precario, Berlín-París y un planeta de órbita excéntrica, Londres, con respecto al eje citado, gravitando la pulsión trastlántica. ¿ Cómo realinear los distintos ejes?. ¿ Cómo conjugar alianza euroatlántica con arquitectura comunitaria europea?. ¿ Cómo relacionarse con las potencias medias de la Ribera Sur de las aguas meridionales europeas y más concretamente con la otra potencia media, plenamente euroasiatica, Turquía?. Una entente con Moscú de todos estos vectores sería la completud de un Teorema de Seguridad incluyente, el colmatado de vacíos, el llenado de intersticios en geometrías adyacentes. En caso contrario, una epifanía resucitada de especie de Guerra Fría, parece salir al camino. La implosión de la UE traería su causa más de geometrías no resueltas, aún de cosmovisiones raquíticas y amputadas o segregadas de la totalidad euroasiática y de tomar la parte por el todo cuando decimos Europa, pervirtiendo la geografía por la política. Europa podría darse como el epicentro de un escenario secundario de conflicto armado, como fue escenario principal, al menos dos veces en el siglo pasado, sin que esto exprese un signo fatídico en las relaciones internacionales de cumplimiento inexorable. Los tiempos dirán.