miércoles, 11 de marzo de 2020

Virus y Política

En el momento que me pongo a escribir esto leo que se baraja la posibilidad de suspender las elecciones vascas y gallegas por el coronavirus que de tanto nombrarlo y anunciarlo ya se nos ha vuelto familiar, uno más de la casa, compañero de trabajo para el que lo tiene o de estudios.

 También leyendo titulares de prensa o prestando oído y ojos a los informativos y tertulias se le responsabiliza del retroceso en los mercados bursátiles, de la retracción del turismo inminente, de los movimientos de población en general y hasta de una recesión económica mundial en ciernes que ya se anunciaba.

 La coartada perfecta para demasiadas cosas. 

Como todo virus que se precie, éste muta y tiene una onda de propagación que se le supone elevada con apunte y repunte a pandemia, dicen.

 Me pregunto como puede ser que algo tan inestable y difuso pueda ser algo. La naturaleza o ente, si se prefiere entidad, de los virus siempre ha estado en discusión, hasta donde sé no se les tiene por seres vivos, no lo son. Más bien resultan una sofisticación de la especulación médica y farmacéutica, resistentes no tanto a su tratamiento cuanto a su conceptualización. 

Decir que no existen, si existen, claro, tienen nombre, prestigio y literatura médica. Pero no deja de ser curioso que cuando surje el VIH, el campo de investigación primario se dé en los Institutos Oncológicos, rivalizando entre sí. El carácter inespecífico del virus que se va creando y mutando, para el que se acuña el término taxonómico retrovirus se correlaciona con una sintomatología diversa de previo conocimiento y pasa a denominarse CRS, Complejo Relacional Sida. 

Para que todo esto pueda dotarse de coherencia, el ataque del virus habría de tener por diana el sistema inmunitario y su alteración y desarticulación en un marco conceptual complejo generado a partir del modelo explicativo.

 En cualquier caso, los virus ya sean de la gripe, del VIH o este corona tienen en común,  entre otras, un fuerte impacto social en las pautas de comportamiento de las multitudes, gozando de una fenomenología alarmista en el que la masa se muestra inerme a expensas de los dictados de la autoridad con la investidura del oráculo de la ciencia médica. 

Algo muy concreto a continuación. Se invoca en prevención de riesgo, con qué criterio validable se define, de pandemia decretar el estado de alarma por el gobierno. Adónde nos puede llevar esta lógica del terror?. 

Thomas Hobbes en el Leviathán decía que antes del Estado el hombre vivía una vida pobre, corta e insegura. De ahí la ventaja, según él, de haber cedido la soberanía del individuo al Estado. El precio la sumisión. La idea explícita o subyacente es que el Estado necesita de la muerte y su terror para justificarse y mantenerse. 

Finalizo con dos interrogantes de ingenua malicia, de entonación más prosaica. Por qué no suspenden la liga de fútbol de primera?. No hay convocatorias más multitudinarias y de apretado gentío. O acaso el virus es tan inteligente que sabe comportarse de manera inocua, según los casos, al dictado del que manda?. Ahí lo dejo.