domingo, 26 de junio de 2022

Atlantismo

Eran los años setenta en la convulsa Italia, los años de plomo. Vivía Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana y la opción política más votada era el Partido Comunista Italiano, liderado por Enrico Berlinguer, ganador y siempre a las puertas del gobierno. En consecuencia, el eje de la Democracia Cristiana giraba en un complicado engranaje de polipartidismo de acuerdo parlamentario y gubernamental.

 Así surge el llamado Compromiso Histórico. Un posible acuerdo de gobierno en Italia entre comunistas y demócrata cristianos. Hay que señalar que el comunismo de Berlinguer se decía eurocomunista, esto es, purgado de cualquier dependencia o influencia de la URSS, Unión Soviética. A este eurocomunismo se adhirió Santiago Carrillo en una cumbre celebrada en Roma por el 76, más renuente fue George Marchais, del Partido Comunista Francés.

 Ahí se nos aparece el fantasma del atlantismo . Era necesario afrontarlo o conjurararlo. ¿Qué doctrina era esa del atlantismo? Suponía la admisión forzosa de un vínculo de dependencia entre el llamado espacio europeo occidental o CEE , Comunidad Económica Europea, o como fuere, y Estados Unidos, detallado en la alianza militar denominada Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

 Ni esta aceptación resignada resultaba suficiente. La OTAN no admitía comunistas en los gobiernos europeos bajo su influencia, que resultaba garante de los intereses de los Estados Unidos en Europa. El atrevimiento de Aldo Moro le costó la vida. 

Avancemos el escenario a la caída del bloque soviético y la reunificación alemana entre noviembre del 89 y el verano del 91. Queda claro que Estados Unidos se proclama el ganador de la Guerra Fría y, aquí lo peligroso, empieza a moverle los marcos a Rusia. 

En la cumbre de la OTAN, la última anterior celebrada en Madrid, bajo un gobierno presidido por José María Aznar, se producen algunas de estas ampliaciones a países circundantes con Rusia en una especie de ostpolitik hostil militar. Esto nos sitúa en el actual tablero de una Rusia que no acepta y reacciona. 

Un último apunte, sobre el referéndum OTAN en España en el 86, año del ingreso conjuntamente con Portugal, en lo que llamaron Europa. En el argumentario a la desesperada de Felipe González, por darle la vuelta al previsible triunfo del no, se preguntó retóricamente, en el caso del triunfo del no quien lo gestionaría ante Europa, sugiriendo un vínculo indisoluble entre las dos estructuras. A eso llamamos atlantismo. Veremos que actualizaciones salen de la presente cumbre en un contexto bastante diferente al de las anteriores. ¿Más ampliaciones, un reforzamiento del vínculo trasatlántico? Veremos.