lunes, 9 de agosto de 2021

Santi Mouriño

Habíamos doblado el Cabo de las Tormentas de los setenta, yo hacía mi aparición con cierta regularidad, aunque no en mis pasos, cuando las primeras luces del alba, por la Pastora. Allí, sentado en un banco de piedra, echándose el pitillo Santi Mouriño, junto a Milord, su perro de los que llamábamos de raza loba, dándole entre compañía y protección, supongo. 

Alcanzado ese punto justo detenía mi vacilante paso y hasta contoneante andar que hasta hacía poco había sido enérgico, resuelto, como aún acostumbro. Llegando a Santi Mouriño, cercano a casa, me relajaba con su conversación, con sus palabras. Era Santi Mouriño de hondas preocupaciones, no hablaba de lo cotidiano, salvo cuando eran actualidades políticas del momento, siempre desde la lente de la izquierda que compartíamos cuando menos desde el bachillerato. Tras noches desalmadas llegar a sus preguntas e inquietudes, de esas llamadas por algunos ontológico-existenciales, por otros filosóficas o también metafísicas, me aportaba más reflexión que espanto. 

Desde luego, Santi no era un tipo vulgar, consigo llevaba la música y el gusto por las lecturas de historia. Hoy nos reencontramos después de mucho tiempo otra vez en la Pastora, en la de Óscar, en el Karby, en compañía de sus hermanos Emilio y Manuel, tras visita al cementerio de Freixeiro, que yo vuelvo a frecuentar y que me inspiran estas memorias de ultratumba, en las que me convierto en un ectoplasma autoconsciente.

 Vamos tejiendo y destejiendo recuerdos, algunos de lecturas compartidas, desandando caminos. Se nos cruzan Durruti en la Ciudad Universitaria con Leopoldo María Panero en Astorga o en La Bobia, en Cascorro, en Madrid. De Panero recuerdo  sus relatos en el libro de Tusquets, En lugar del hijo, variaciones sobre el filicidio. Nos acuden las letras de Eduardo Haro Ibars para el primer disco de la Orquesta Mondragón. 

Comentamos a salto de mata de su participación y colaboración en variadas formaciones musicales, principalmente como reconocido y prestigioso bajista, acordándonos de otro amigo también de la Pastora-Freixeiro, Javi Jaso, músico, saxofonista y voz, animador de diversas agrupaciones musicales. De aquellas en las que participó Santi, además de sus numerosos directos, recordamos sus grabaciones con La Marabunta, de todos modos en su trayectoria casi siempre fue un músico al que le interesó aportar ideas trabajando para el grupo, ya fuera improvisando. 

Muy cerca de nosotros, en las Traviesas, nos acordamos de las jam sesión de Travesas Big Banda y aquí cito a mis primos Alberto Rufo Pérez y  Rubén Pérez, también aquel disco Outeiro, de esto podremos hablar más adelante, en otra ocasión. Van cayendo las horas como hojas de otoño y nos despedimos en esa calle mayor de barrio, la Pastora, en Freixeiro, con tantas historias menudas por contar.