Era verano del 74. Desde París, Carrillo intentaba imponer la Junta Democrática, en línea con la sedicente y vergonzante política de la Reconciliación Nacional. De aquellos polvos estos lodos.
El movimiento estudiantil en Enseñanza Media estaba muy agitado desde el curso anterior. El movimiento obrero vivía el reflujo de las huelgas del 72.
Uno de los líderes de aquellas huelgas en Citroen fue Juan Baqueriza. Su apellido aparecía junto a otros nombres, Eulogio, conocido como, Baba, Isidro Montes, Juan Benavides, salvo error, pues cito de memoria, en aquellas siembras panfletarias de la clandestinidad.
Baqueriza fue detonante en los paros de Marzo en Citroen, que contribuirán al desarrollo huelguístico, cuyo momento cenital se conocerá en Septiembre.
Baqueriza quedará aureolado por aquellos hechos con un carisma que le acompañará siempre. Será un luchador represaliado que, desde la estructura del sindicato vertical, aplicará las consignas del PCE y de las CC.OO. Pero también será un luchador en todos los frentes de la movilización obrera clandestina. Sean paros, manifestaciones, reuniones o citas. Siempre con gran valor y resolución.
En aquel verano del 74 fui invitado por José Luis Ezama a una asamblea a la que asistía Baqueriza, entre otros militantes obreros y estudiantiles. Allí confrontamos análisis y opiniones acerca de los respectivos movimientos y los escenarios de ruptura política que se avecinaban para la desaparición de un Franco tromboflebítico, que no necesariamente el franquismo. Eso había que pelearlo.
No fue posible congraciar nuestras posturas estudiantiles con las pretensiones carrillistas de un reformismo de ruptura pactada. En aquella ocasión Baqueriza tuvo comprensión para nuestros planteamientos, con algún gesto de desmarque de su Partido. No lo olvidé jamás y se lo agradecí siempre.
Diez años más tarde, en 1984, lo recordamos juntos al coincidir militando en Vigo en el PC, que por aquella lideraba Ignacio Gallego. Baqueriza había roto hacía tiempo con el eurocomunismo y nos reencontrábamos.
En sus últimos años, sin saber precisar desde cuando, volvió a Cuntis y terminó políticamente sus días en la socialdemocracia con cargo institucional. A mi parecer, esto no empaña jornadas gloriosas de entrega y sacrificio a la causa del combate por la dignidad del trabajador. Por lo que tuvo que pagar alto precio. No seré yo quien arroje tierra sobre su memoria.
Emocionado recuerdo y respeto a su figura histórica en el momento de la despedida y testimonio de condolencia a sus familiares y allegados.