Hoy estuve en Pontevedra visitando amigos. La primera cita fue en el Cafetín. Allí tuve ocasión, en compañía de Chesqui, de recordar momentos y personas.
De entre las segundas, apareció la figura amical de Xosé Luis Bóveda hace diecisiete años. Fue mi primer ecuentro con él un 17 de agosto, también en el Cafetín, tras su intervención en los actos del Día de Galiza Mártir. En aquella ocasión, año 2000, en compañía de Gonzalo Gómez, quien me lo presentó, hablamos anticipadamente de los actos a desarrollar en el 2003, que sería el centenario del nacimiento de Alexandre Bóveda.
Andaban ambos, junto a otros, organizando la Federación de Pensionistas y Jubilados de la CIGA.
Nada en aquella ocasión me permitía adivinar que cuando llegara ese momento habría de estar dando a conocer la figura de Alexandre a los canarios, incluso a la mayoría de los gallegos, que en ese momento se encontraban en la isla de Fuerteventura.
Para ese fin, los programas radiofónicos Troula, en Radio Archipiélago y posteriormente Trisquel y Ultreia, que también realizaba en Canal 9 y Radiodifusión Fuerteventura, respectivamente, cumplirán un papel muy destacado. Vuelvo a Pontevedra en esta reseña.
Antes de verme con Chesqui hablo con Manolo Pereira, en trance de salud delicado. Manolo, junto a su mujer Pilar, asumieron un compromiso antifascista, desde la militancia en el Partido Comunista.
Y es aquí donde se cruzan dos trayectorias politicas en Pontevedra, como en tantos otros lugares de Galicia. Las representadas por el Partido Galeguista y el Partido Comunista, diferentes, aunque convergentes en Febrero de 1936 en el Frente Popular.
La lucha de estos dos partidos, en el interior como en la emigración y el exilio, en los lustros que sucedieron a la guerra del treinta y seis, tiene como denominador común un ingrato pago de olvido, en muchos casos, de sus protagonistas.
También galeguistas y comunistas obtuvieron, cuando llegó la ocasión, un escaso rédito electoral de sus esfuerzos.
Por todo esto digo, que la Pontevedra de Bóveda, Castelao u otros más anónimos como Manolo Pereira y Pilar, é Boa Vila.