A alguien se le ocurrió que era bueno intentar usufructuar el capital de movilización de las mareas blancas, verdes y de variopintos colores, que nacieran al margen de tinglados partidarios, para ponerlas a producir rédito electoral.
El primer usufructo indebido fue el de la marca y a partir de ahí la entelequia seudojurídica de esa alquimia llamada Partido Instrumental, inexistente en la tipología de nuestro derecho electoral. A no ser que practicando una extensión abusiva y carente de rigor sea tomada tan fantasmal figura como un ectoplasma, emanación del hecho de que al cabo todos los partidos son de naturaleza instrumental.
¿ Instrumentos para qué?. Para acceder a las mieles del poder, aunque estas en ocasiones se tornen agridulces. No queriendo contribuir a la mentada exhuberancia de la antedicha metáfora me quedaré escuetamente, sin barroquismos, con dos ideas: las mareas están gobernadas por las lunas, son lunáticas, y en consecuencia conocen flujos y reflujos.
En la concreción electoral de las pasadas elecciones autonómicas, En Marea jugaba su baza electoral con una apoyatura o trípode argumental de tres premisas, dos menores y una mayor.
La primera menor, la jibarización del BNG, que lo habría de situar hipotéticamente fuera del Parlamento o cuando menos sin grupo parlamentario, en una horquilla de 0-2. Primera premisa, incumplida en el recuento electoral.
Segunda premisa menor, holgado sorpasso al PSOE en votos y escaños, se quedó en un ridículo y pírrico sorpassiño. Segunda premisa, igualmente incumplida.
Ahora veamos la premisa mayor, que a esta altura deja de ser en puridad una premisa para ser una conclusión deducida de las dos anteriores: la pérdida de la mayoría absoluta de Feijóo. Absolutamente fallida esta previsión.
¿Y en qué modo la conclusión torna a premisa?. Bajo la forma de condicional para la ulterior política en la que ahora nos encontramos. En Marea necesitaba y necesita PODER para domesticar a las mareas locales que si lo tienen (A Coruña, Ferrol y Santiago), las que no lo tienen pasan más o menos por el aro.
Pero también en clave interna interpartidaria, oxímoron delator, necesitaba y necesita PODER, que no tiene.
Es por esto que convoca creyentes, gentes de fe, y estos últimos cada día más escasos. Y son por esto mismo los exabruptos nada conciliadores de Beiras, sus anatemas. Por esto mismo Podemos se niega a cuadrarse. Y hace bien.
A la postre, la sustantividad en las elecciones las aportan los partidos de verdad, no los sucedáneos instrumentales.
El único camino expedito es la coalición electoral o listas de partido. Lo demás, mimetización y juegos de manos bajo la mesa.