martes, 11 de agosto de 2020

Nieblas agosteñas

Cuando el verano va doblando el camino y acuden a su cita anual las nieblas de agosto empanando la ría y como decíamos de niños ghabeando los restos de las muralllas del castillo de San Sebastián, arracimándose en el Paseo de Alfonso como plantas trepadoras en su escalada del mar, echo la vista atrás de este verano en el momento de su ascensión, veinte días antes del solsticio. 

En ese momento errabundeé por las calles del Vigo Vello acompañado de Arantxa Luna recorriendo algunas de las estaciones del vía crucis etílico de otro tiempo, ahora mucho más pausado para mí,  sin ocasión apenas de iniciarlo. 

Ese paseo en horas ya vespertinas tuvo su parada en la calle Real, en la cervecería el Salón, degustando el tueste ligero de dos  Alhambra. 

Allí me fue relatando con gran viveza, como acostumbra, su exótica estancia en China, donde su resuelta rubicundez la delataba como foránea.

 Antes, por el merodeo de las calles San Vicente, Eduardo Chao, líder vigués del republicanismo federal decimonónico y Gamboa, hasta la Plaza de Compostela, me fue desgranando las tramas de los tres lances de la Fiestra Valdeira de Rafael Dieste, con ese ambiente marinero que tanto gusta a su paladar, como las ostras de A Pedra. También me desveló su querencia por la narrativa fabulosa de Alvaro Cunqueiro y su lírica neotrovadoresca. En esas preferencias coincidimos.

 La recreación de esos momentos y los pasos en su compañía, ecos quizás de otros dados muchos años antes por esas mismas calles, fueron preludio alegre de este verano que desde el Paseo de Alfonso empieza a asolagar de nieblas agosteñas las por momentos afligidas Islas Cies, a veces risueñas. 

¿ Habrá otro verano, será otro paseo?