Leo que la ciudad alemana de Tréveris se apresta a la celebración del bicentenario de su hijo más ilustre, Karl Marx, con la emisión de un billete de curso no legal de cero euros.
Sin duda inmortalizar a Marx en papel moneda o emisión filatélica no es novedad, alguno de los pretéritos estados socialistas así lo tenían hecho. Pero la ironía reside en que una divisa capitalista así lo hiciera, de no ser por tratarse de un papel no respaldado por banco alguno, un mero souvenir turístico de su ciudad natal.
En los 200 años transcurridos del natalicio de Marx la transición del capitalismo al socialismo ha sido revertida y esto posibilita la mercantilización de su nombre e imagen, incluso que sus compatriotas se olviden o perdonen la partición de Alemania, más o menos 45 años, entre un estado socialista y otro capitalista.
Hoy Marx, más que tener seguidores o detractores, es una figura de culto para estudiosos, eruditos y críticos. Más allá de lo anecdótico del bicentenario que redundará en la economía de Tréveris, como reclamo cultural y turístico, ha de esperarse una producción bibliográfica y de celebración de actos de reseña y recuerdo.
Probablemente pocos sean actos de estado. Y aún menos en Alemania. Pasaron los grandes fastos y la parafernalia gimnástica de los tiempos idos en los que la efigie de Marx se integraba en el panteón de los santos laicos.