En estos pasados días se celebró el 125 aniversario de la presencia salesiana en Vigo. Pero no se trata en esta publicación de sumarme como antiguo alumno a la efemérides sino más bien traer a memoria las escapadas y andanzas que algunos vivimos en nuestros años entre infantiles y de primera mocedad, transcurridos, en nuestro caso, en los finales de los sesenta del pasado siglo y primerísimos de los setenta.
Habló de una generación nacida a finales de los años cincuenta, todos ya en la sesentena.
Esas pequeñas aventuras y desventuras tenían por escenario un perímetro un tanto impreciso o desdibujado comprendido en el rueiro que transcurre en la parte alta por el Castro e inicio de Camelias, para descender suavemente a Paseo de Alfonso, Porta do Sol, volvemos por Príncipe, Urzáiz, de aquella José Antonio,y giramos a mano derecha María Berdiales, Ronda de Don Bosco, nuevamente Colegio María Auxiliadora.
Son bastantes más las calles capturadas en esta retícula que las nombradas y en ese perímetro y sus aledaños vivíamos un buen número de alumnos que por tanto también eramos más o menos vecinos y en algún caso nos conocíamos ya antes por vecindad.
Decir antes que nada que en el Campo de Granada estaba nuestro campo de juegos y más restringidamente en el Callejón del Estrecho que ahora dicen Callejón Estrecho.
Aparte de jugar en la calle y en el campo, pues aquello estaba bastante asilvestrado y nosotros también, una de nuestras aficiones principales era escaparnos del colegio a los futbolines. Y ahí teníamos las Vegas en López de Neira, junto al Cine Vigo, el más próximo, aunque más cafeteria que lo que hoy llamamos recreativos. Hacia por donde queda Berdiales estaba la catedral y cátedra de los futbolines, dos plantas, aunque no sólo futbolines también billares, en la planta superior. Ahí manteníamos sesudas discusiones sobre si se podía parar la bola, si arrastrar la bola estaba permitido, incluso si se podía hacer remolino con los jugadores, aunque esto último habitualmente estaba prohibido.
También tenía mucho éxito la gramola, introduciendo la moneda escuchábamos a bandas como Chicago o grupos como Led Zeppelin, Deep Purple, Santana, Gran Funk Railroad, los Creedence o los Rolling. No era raro que nos pusieramos a bailar como parvos delante de la gramola. Eran tiempos de pelos desmelenados.
También por Berdiales y Magallanes había dos cines frecuentados, sobre todo los domingos y alguna tarde de semana, el cine Niza de programación doble, sesión continúa y el Cinema Radio.
Siempre nos movíamos en grupo, nunca solos, y de igual manera colgábamos clase, de forma concertada, así también colectivamente eramos castigados. El tener grupo era muy importante y comprometerse también.
Para finalizar este recorrido, citar por encontrarse en la zona, el Café Derby, en la actual plaza de Urzáiz, con orquesta y todo, cerrado a finales de los sesenta, al que en alguna ocasión me llevó mi padre y la Cafetería Goya, lugar de miscelánea conspirativa, artística y café de señoras bien, en Urzáiz, de aquella José Antonio, a la que iría por mi propio pie, poco después de mi tiempo de estudio y escapadas salesianas. De este tiempo saldría para el Instituto.
Y de este tiempo ya no quedan ni las Vegas, ni el Airiños, ni el Niza, ni el cine Vigo, ni el Cinema Radio, ni el Derbi, ni el Goya. Ya no queda nada.
Sólo quedan las pavesas del recuerdo.