viernes, 20 de noviembre de 2020

20N Parisino

En el día de hoy se cumplen 45 años de la muerte del dictador Franco, exaltado a la jefatura del Estado como caudillo de la cruzada por los suyos y puesto en el sitial de unicidad como Generalísimo entre los Generales. 

Veamos, me encontraba en París desde hacía unos meses y tenía 17 años, algunos de mis compañeros estaban en COU o iniciando los estudios universitarios con uno o dos años más que yo. 

Pero había pasado la frontera Irún- Hendaya y me encontraba en el epicentro del exilio antifranquista, cruce de encrucijadas de todos los exilios, frecuentemente enfrentados, incluso irreconciliablemente.

 París, patria involuntariamente adoptante de los signados por la derrota en España, aunque paradójicamente victoriosos en la derrota del nazismo en suelo francés. 

A este exilio postbélico, aún muy numeroso, se sumaba otro de nuevo cuño de los nacidos bajo la dictadura, que desde mediados los sesenta hasta el año mismo de la muerte del dictador habíamos ido llegando. 

Ascendía las escaleras entre una mutitud escupida por una boca de metro, el día vencido, sombras, arriba un quiosco, la portada del vespertino France Soir, anunciaba "Franco, il est mort!". Así lo recuerdo.

 Esa noche y madrugada del 21,  Trocadero, le Quartier Latin, desbordados por masas entusiastas de franceses y latinoamericanos celebraban jubilosos la muerte de Franco. 

Y nosotros?. Había algo que celebrar?, Supondría el fin biológico de Franco el de su régimen?, La monarquía sería el franquismo coronado?. Muchas interrogantes. 

El día de la coronación de Juan Carlos I como jefe del Estado español, en la Place de la Bastille las CRS, Compagnies Republicaines de Securité, nos apalearon miserablemente. Era ministro de los fliks Michel Poniatowski y presidente de la República francesa Giscard D' Estaigne. 

A nadie le importó. 

Era claro, las democracias europeas que habían transigido con el franquismo darían sus avales a Juan Carlos I. El interrogante que formulaba Santiago Carrillo en su libro "Después de Franco, qué?", se iba despejando y la Junta Democrática, creada el año anterior en París y presentada en el verano del 74, con un Franco tromboflebítico, se disolvería como un azucarillo en medio de piruetas de cortejo para hallar acomodo en el posfranquismo, zozobrando en los meandros de una Reforma denominada Transición a la que resulta imposible 45 años después poner fecha de llegada a puerto.

 Y aquella hora incierta de la madrugada del 21 de Noviembre amanecerá para muchos de los concelebrantes con la resaca de una mirada nublada. Y esto apenas dos meses después de los cinco últimos fusilamientos por pena capital que dictara Franco. 

A veces el tiempo histórico se encoge y abre con la rapidez de un acordeón y de los limos históricos se recoge apenas nada.

En fin, París bien vale una misa, se le atribuye a Enrique de Navarra, pretendiente hugonote al reino de Francia.