sábado, 14 de noviembre de 2020

La Gloria, ultramarinos

Allá por los años cincuenta del pasado siglo, en el 53, abre sus puertas en el Paseo de Alfonso número 9, un negocio de ultramarinos finos al tiempo que bar, de nombre La Gloria. 

Diez años después, en 1963, se traslada al número 25 como Alimentación La Gloria. 

Detrás está la familia Bernárdez- Marquina, Pura y Valentín, naturales de Crespos, Ourense. Llegan con tres hijos, Cesar, Manuel y Valentin. En esta ocasión vamos a contar preferentemente la historia de La Gloria a través de uno de estos hermanos si bien los tres y su descendencia trabajaron con denuedo en el negocio familiar, incluso con un camión que visitaba las playas en verano, desde Nigrán hasta O Grove, entre otras. 

La Gloria por aquellos años llegó a labrarse un prestigio por la atención exquisita a sus clientes y la calidad de sus productos. Recordamos las hojas de bacalao cuando entrábamos en este establecimiento, por su excelencia, y la buenísima calidad y presentación de las frutas expuestas. La Gloria llegó a ser un establecimiento, a mayores de los que se denominaban también coloniales, provisionista de buques y más tarde de comedores escolares y hospitales. Una referencia no sólo en el Paseo de Alfonso y contorna sino en Vigo y comarca. En los primeros años, aunando bar y utramarinos, posteriormente netamente alimentación. 

Puede asegurarse que junto al quiosco de Pepe, en la isleta central del Paseo, y la cafetería El Tropical de Juanito, articulaban como pivotes la escena social y comercial desde Elduayen hasta Pi y Margall, Rúa de Santiago, Falperra, Herrería, Barrio del Cura y otro vecindario, a la par que numerosos vigueses de toda procedencia y condición encontraban su espacio de relación con motivo de las visitas a estos establecimientos. 

Hablamos aproximadanente de cuatro décadas, desde los cincuenta hasta finales de los ochenta y aún entrados los noventa. La Gloria echa el cierre, según creo, en el año redondo que marca el 2000.

 Quiero destacar que Nita, mujer de Cesar, ejerció como maestra en la Rúa de Santiago número 1, impulsando muy eficazmente la alfabetización e instruccion de la numerosa prole que por aquellos años tan fecundos llenaban con su alegría los hogares e inundaban las calles de juegos. Nita proseguirá su vocación docente más adelante en otros de enseñanza vigueses. Labor impagable sin duda.

 De todos modos hay un hilo en esta crónica que nos conduce al colegio de los salesianos en la Ronda de don Bosco. Allí estudió Julio Bernárdez, el mayor de los hijos de Cesar y Nita, al que tuve por compañero. También en los salesianos fuimos condiscípulos con los hermanos Salvo, Reigosa, actualmente rector de la Universidad de Vigo,  los también docentes iniversitarios Matías o Luis Miranda. Añado entre las amistades del colegio a Carlos Prado, cuyos padres regentaban el bar el Bosque, muy cerca de la Porta do Sol. 

Señalar que Julio Bernárdez se vinculó al baloncesto en Santiago como jugador y entrenador del Obradoiro, más tarde con el Santa Clara y posteriormente entrenador del Bosco y Celta femenino. 

Un último apunte relaciona La Gloria con el Tropical. Del matrimonio de Valentín, el más joven de los hermanos, con Gloria, surgirá el parentesco con Olguita, prima de Gloria, que llegará a regentar el Tropical. Ahí parece cerrarse el círculo de esta crónica. Pero no, la Historia y las historias siempre permanecen abiertas. 

Volveremos. 

Añado un brindis de gratitud a Purificación Bernárdez, provisionista o proveedora, ella misma, de munición para este artículo.