En la jornada de hoy ha sonado el clarinazo del tándem Carmena-Errejón que concurrirán a las elecciones autonómicas y municipales madrileñas con marca propia, al margen de lo que representa Unidos Podemos, enarbolando por enésima aquello de la transversalidad, un lubricante para estrechos de pecho y porque no decirlo una suave fragancia a patriotismo español, tan caro al errejonismo.
Pero hay algo más allá de razones de injerencia interna por parte de los aparatchiks de Podemos e IU sobre sus respectivos partners en la confección del orden en las listas electorales. Y es que la marca Podemos la han sobado tanto unos y otros en sus luchas internas que ya no vende o al menos cotiza a la baja y esto no semeja coyuntural.
Para Errejón y Carmena, Podemos, ya no digamos IU, es una hipoteca, que no están dispuestos a pagar, además estos son muy de antideshaucios. Y no es sólo Podemos quien centripeta, o pretende hacerlo, en las confluencias. La insistencia de Podemos en tutelarlas ha llevado a reacciones centrífugas poniendo en un brete su subsistencia.
Entre otros el estatus parlamentario de Compromís dentro del Grupo Confederal en el Congreso y su pase al Grupo Mixto o la pretensión de tomar por asalto el Plenario de En Marea en Galicia para imponer la centralidad de Podemos, llevando a la tesitura de ruptura al rupturismo, dicho de forma chusca.
Errejón, Carmena y tutti quanti contemplan la otra orilla en los mares de Andalucía y ven el milagro de que la división suma.
La derecha troceada en tres pedazos suma la Junta andaluza.
Tal vez esperen igual prodigio para la izquierda en Madrid: sumar dividiendo.
El mañana es hoy.